red.diariocritico.com

Un asesinato a la semana

Por Pascual Hernández del Moral.
miércoles 06 de enero de 2016, 14:56h

En efecto, el cómputo anual de asesinatos de mujeres en el seno de su hogar por violencia doméstica, arroja una media de una por semana, amén de decenas de niños asesinados por sus padres, en muchos casos para producir un dolor irreparable a sus madres. Los crímenes execrables de mujeres y niños van aumentando de año en año. El recién estrenado, ya se lleva su cuota semanal, con el asesinato de una (otra) mujer en Madrid, ahogada por su pareja.

La sociedad parece que se está acostumbrando a esta trágica costumbre, y lo más que hace es manifestaciones en las plazas de los ayuntamientos “contra la violencia machista”, que, a la vista está, no tienen ningún efecto sobre los potenciales asesinos. Las leyes pretenden ser cada vez más duras, aplicando castigos cada vez más amplios a los asesinos. Y, como se ve, ni las manifestaciones ni la aplicación de las leyes consiguen cortar la hemorragia de asesinatos.

La mujer, con la pata quebrada y en casa” afirma un dicho muy extendido en nuestro país. Esta sentencia justificó muchas bofetadas y alguna que otra paliza de las que daban los “machos” ibéricos a sus mujeres. Ningún respeto hacia la mujer, y un culto a la virilidad del macho, malísimamente entendida. La sociedad lo aceptaba, incluso hacía chistes de la tragedia: “¡Cómo pondrá la mujer a esa pobre criatura!” Y así, si el hombre no sentaba la mano cuando la sociedad creía que era oportuno, el macho perdía el prestigio frente a los amigotes de la taberna. Y poco a poco, la violencia fue a más, hasta llegar al asesinato.

Es necesario preguntarse cómo se podría atajar el problema, dado que las manifestaciones no consiguen nada, y la aplicación de las leyes tampoco.

Quizás los mejores remedios sean dos: la educación y el amor. A través la educación, a las nuevas generaciones se les debería inculcar el respeto a la persona, la aceptación de la libertad del otro o la otra, el respeto a tu compañera, esposa o pareja como se dice hoy, y la superación del “la maté porque era mía”, que aún prevalece en muchas capas de la sociedad. Pero el resultado de la actuación educativa no se vería hasta varias generaciones, por lo que en los próximos años no habría descenso de agresiones. A pesar de lo largo a que se fían los resultados, la inclusión en el sistema educativo de este valor, de respeto a la mujer, debe incluirse necesariamente en una posible reforma educativa.

Y ese respeto debe potenciarse a pesar de que, en no pocas ocasiones, la mujer se ofrece “cosificada” en nuestra sociedad, que los medios de comunicación agigantan. Mírese, si no, de lo que más se ha hablado, por ejemplo, tras las galas de Nochevieja en las diversas emisoras de televisión: de las trasparencias de una locutora, antes que de cualquier otra cosa. Y las páginas de los distintos medios generalistas (no especialistas) “animan” al lector con imágenes continuas de mujeres de las que sus mayores méritos, son un cuerpo atractivo en actitudes “sicalípticas”, como se decía en el pasado siglo. Convido al lector a que lo compruebe. Con estos mimbres, la mujer se cosifica, pierde dignidad y respeto de los “machos ibéricos” y se abren las puertas a la agresión. Quizás fuera bueno que los medios se plantearan limitar esas imágenes como colaboración a la reducción de los asesinatos de mujeres. Y no soy ni pacato ni puritano.

Y el amor es el otro remedio que puede contribuir a disminuir los asesinatos de mujeres. El amor no posesivo, sino respetuoso. Un amor que se fundamente en algo más que en la atracción sexual. La familia como proyecto y empresa común de los dos elementos que la integran, casados o no. La constitución de una familia debe ser algo serio y meditado, reflexivo y madurado. Y si, por desgracia, el amor se debilita y hace peligrar la familia, hacer un esfuerzo suficiente para, salvando egoísmos y celos, superar el bache. Y si no se puede, recurrir a lo previsto en las leyes: la separación, el divorcio, o la disolución del matrimonio, tras meditar suficientemente la situación los dos miembros. En todo caso, hay que aceptar que un miembro de la pareja puede no aceptar las imposiciones del otro miembro. Pero recurrir a las manos, nunca.

Respeto, educación y amor: los mejores antídotos contra la violencia de género. A ver si este año se rebaja en promedio, y no hay un asesinato por semana.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios