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¿Feliz 2016?

Por Pascual Hernández del Moral.
sábado 02 de enero de 2016, 14:42h

Quiero desearte, amigo Venancio, que el año que estrenamos sea benévolo con todos nosotros, nos permita ganarnos cuatro duros con decencia, seguir todo lo sanos que sea pertinente, soportando con estoicismo las quiebras de salud que nos vayan llegando, y que los amores de la parienta, de los hijos y nietos se mantenga, aunque sea por caridad cristiana: o sea, salud, dinero y amor, como se dice siempre.

Pero mucho me temo, querido Venancio, que por un lado van nuestros deseos y por otro bien distinto la realidad. Los primeros de año nuevo son siempre días llenos de promesas que nos hacemos a nosotros mismos: dejar de fumar, adelgazar, hacer deporte, terminar una colección de cualquier cosa, y aprender inglés. Y cuando llegue, si llegamos, el año viejo siguiente, comprobemos que no hemos hecho nada de lo prometido. Pero las buenas intenciones, que sabemos que no vamos a cumplir, no faltan: nos mantienen optimistas a pesar de todo, gracias a Dios.

Si en lo que está en nuestra mano, compañero Venancio, mal-cumplimos sin avergonzarnos, ¡qué no será en lo que no depende de nosotros, sino de los mandamases, con minúscula, de cualquier nivel! Vamos a hacer un somero índice de los problemas que dejamos abiertos el pasado año, y que seguirán sin cerrarse el próximo viniente fin de año, a Dios gracias:

Allá, en tu américa, habrá de solucionar el problema de la democratización de Venezuela, con su “absolutismo”, ya muy maduro; tu Cuba natal puede que respete los derechos humanos a cambio de la apertura a unos Estados Unidos que deberán resolver la elección de un presidente, demócrata o republicano, de amplias miras; a ver si Argentina se arregla este año, entre el hacer del electo primer ministro Mauricio Macri y las oraciones del papa Francisco, que buena falta hacen; el problema entre Colombia y la guerrilla va por buen camino, así que veremos si este año se acaba; Brasil debe aclarar qué hacer con Dilma, si la hecha o no, y por quién la sustituyen en su caso: de los dineros que se han perdido, nada de nada. Como cantaba Gal Costa, a los dinherios “el gato comeu”. Claro que el gato se ha comido los dineros de Brasil y de España, que es lo que más nos duele. O sea, que el año nuevo no nos traerá la aparición del botín de los cleptómanos. Y las casas, tanto Cataluña como este país que llamamos España, sin barrer. Y, por Dios, que se pongan de acuerdo quienes deban para que no se nos vaya España por el sumidero, y no tengamos que soportar otra campaña electoral.

Asi , amigo Venancio, aparte los problemas insolubles, al parecer, de África subsahariana, el Sahel, que dicen los cursis, y la zona de más abajo, la ecuatorial y subecuatorial, con países hambrientos de dignidad, con los terroristas de Boko Haram matando cristianos y robando muchachas, con los problemas de salud, alimentación, educación a higiene, que no se han acabado tras, al parecer, superar el ébola, a pesar de las buenas noticias que se anuncian, ¡y que nosotros pretendemos arreglar con cuatro duros de limosnas…!

Pero dos son los “grandes retos”, ciertamente enlazados, que este nuevo año se nos plantean, como dicen, colega Venancio, los doctos tertulianos: los refugiados, y los problemas del terrorismo del norte de África. Los millones de refugiados y los “emigrantes económicos” que se cuelan entre ellos, han creado a nuestro primer y confortable mundo un problema que este año espero que entre en vías de solución. Quizás los gobiernos del primer mundo deberían tener unas miras amplias, con fundamento en el humanismo cristiano, y, con sabia prudencia, arreglar un desatino que, en parte, hemos provocado con una actuación ratonera en los XI y XX. Yo no sé cómo se debería hacer porque soy ignorante en casi todo, pero “cráneos privilegiados” hay que pueden saber cómo resolver este problema.

Y el terrorismo. De eso, Venancio amaigo, tenemos una amplia experiencia aquí, tras muchos años de asesinatos fratricidas. Los demás países de mundo están dándose cuenta de lo difícil que es acabar con él, cuando sus causas son múltiples y es difícil ponerles remedio… El terrorismo islámico, yihadista, del IS, los desalmados de Charlie Hebdo, o los del viernes 13 negro en París, que son los más recientes aunque no los más sangrientos. A ver qué se consigue en este año recién estrenado.

Guarda, colega Venancio, este breve inventario de los problemas con los que se cerró el año viejo. Y espero que, al final del actual, hayan podido los responsables, con el apoyo de todos los hombres de buena voluntad, hayan podido, decía, resolver alguno. Con que se hayan arreglado un par de ellos, nos daremos por satisfechos y con un canto en los dientes.

¡Ojalá tengamos suerte!

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