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Victoria con mano tendida

Por Javier Fernández Arribas
miércoles 09 de diciembre de 2015, 09:22h

Los venezolanos reclaman cambio con sus votos, el Ejército garantiza el resultado electoral y los políticos abogan por la unidad y la calma para afrontar una nueva etapa, aunque van a defender con uñas y dientes cada escaño. Venezuela amaneció tranquila tras una prudente celebración de la oposición por la prohibición de manifestaciones. Es uno de los países más violentos del mundo donde la desafección ciudadana con el régimen de debe, además, a la falta de libertad, la represión política con líderes de la oposición encarcelados, la escasez de alimentos y productos de primera necesidad y una corrupción galopante, superior incluso a la de los partidos tradicionales, el Copei y Acción Democrática, que abonó el populismo de Hugo Chávez en los años 80.

Se añadía gran ineficacia durante una crisis económica inaudita en un país llamado Venezuela Saudita, que permitió la creación del régimen chavista, votado mayoritariamente en sucesivas elecciones. La muerte de Chávez y el esperpento negligente de Nicolás Maduro degradaron la situación política y, sobre todo, la vida diaria de los ciudadanos. Estas elecciones legislativas representan un punto de inflexión en la historia venezolana. Muy parecido al plebiscito que echó al general Pinochet del poder en Chile.

La responsabilidad de los políticos en estos momentos alcanza grados trascendentales porque es imperativo evitar enfrentamientos en las calles y, para ello, es imprescindible que el régimen chavista controle y neutralice a sus grupos paramilitares. Y es mucho más relevante que la oposición mantenga su unidad de acción, de proyecto por la mejora de la vida de todo el pueblo venezolano y rechace cualquier tentación de protagonismo particular y partidista que pueda poner más dificultades al camino pendiente para acabar con el chavismo. Volvemos al ejemplo de Chile y los gobiernos de Concertación. El consenso es fundamental y la transición debe ser firme y prudente al mismo tiempo a la hora de recuperar la institucionalidad en los poderes públicos, en la Asamblea Nacional, en el poder judicial, en las regiones y consolidar el papel de neutralidad y garantía de la legalidad de la Constitución al imponer el respeto a la voluntad popular de la mayoría de los venezolanos.

La recuperación económica y social no admite retrasos porque las esperanzas en una nueva vida con libertad y democracia exigen al mismo tiempo una mejora del abastecimiento, del empleo, de la lucha contra la corrupción y la violencia. El cambio en América Latina está servido. Argentina con Macri, Venezuela con la oposición que debe saber gestionar los 112 escaños que proporcionan un gran poder.

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