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El debate en dos frases: "Luis, sé fuerte"; "Paga, señor Monedero"

martes 08 de diciembre de 2015, 10:58h

Personalmente hubiera preferido algo intermedio entre un debate político y la retransmisión de un partido de futbol. Eso sí, emocionante pese a la ausencia del delantero centro del equipo favorito para un enfrentamiento a cuatro bandas o, mejor, de tres contra una, con Pedro Sanchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera tuteándose mientras que con Soraya Sáenz de Santamaría se utilizaba un educado y distante ‘usted’. Los tres primeros incluso se pasaban la pelota, deseosos de marcar el primer gol, en vano porque la ‘suplente’ despejaba uno tras otro los balones mientras ellos se los metían en propia meta descalificándose mutuamente en lugar de atacar al PP. Por ganar, les superó hasta en la posesión de la pelota y habló más que ninguno.

“Somos muchos [en el PP]”, despachó Soraya Sáenz de Santamaría para quitarse de encima la ausencia de Mariano Rajoy, descansando en Doñana junto a su familia, toda una demostración de ninguneo hacia sus adversarios políticos o, quizá, una decisión prudente para evitar el contraste de edad entre el candidato del PP y los jóvenes aspirantes. Claro que Soraya no se quedó atrás al abroncar a sus oponentes a las primera de cambio con un “cómo se nota que ustedes no estaban aquí hace cuatro años. Hablar es muy fácil, gobernar es muy difícil”. Una frase que repetiría más adelante ya con su habitual tono de ‘profesora’ enfadada con sus poco aplicados alumnos, su mayor problema de imagen.

La otra coletilla de la noche fue el “no te pongas nervioso, Pedro” con que Pablo Iglesias fustigó al candidato socialista constantemente. Un truco viejo para destrozar la imagen tensa de Sánchez, que ya empezó mal la noche con su retraso en acudir para la foto de familia ante la prensa antes de comenzar el debate. Un micrófono estropeado, explicaron sus asesores, pero también demasiada mala suerte. No es la primera vez.

Pablo Iglesias, además de intentar sacar de sus casillas a Sánchez –casi lo consigue-, pecó de mesianismo con unos “mitines” –como se la devolvió el socialista- con el tono de quien cree que está soltando el sermón de la Montaña. Memorable el ‘speech’ que los abrumados moderadores le permitieron sobre Cataluña y la reforma de la Constitución. “Estoy alucinando”, se oyó decir a Rivera, mucho más tranquilo que en la cita de El País.

Sin embargo, el líder de Podemos aprovechó su último turno para un discurso magnífico, intenso, duro y a la vez cargado de esperanza con su apelación a la sonrisa como la mejor arma del cambio. Lo mejor de la noche sin duda.

Lo peor, también está claro. “Luis sé fuerte”. “Paga, señor Monedero”. Las dos frases intercambiadas por Iglesias y Sáenz de Santamaría resumen el capítulo de la corrupción y definen el tono general del debate o, mejor dicho, el nivel en que se movieron los cuatro candidatos en el cuerpo a cuerpo, porque para la mayoría del resto de temas optaron por el monólogo bien aprendido de los correspondientes programas electorales. Normal, por supuesto, que al fin y al cabo también se trataba de eso y no sólo de ganar un concurso de telegenia política.

Y, en la recta final del partido, por fin llegaron los pactos, aunque es obvio que nadie va a revelar sus cartas a semana y pico de las urnas.. Albert Rivera, el hombre que se supone que tendrá la llave de La Moncloa, insistió por enésima vez en que no apoyará ni a Rajoy ni a Sánchez. Cierra dos puertas, pero permite abrir otras muchas. ¿Cuál? Habrá que esperar al 20D. De momento, como dijo Sáenz de Santamaría, “el señor Rivera no se aclara”. No sólo él, señora vicepresidenta, no sólo él.



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