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Todos contra el Daesh

Por Javier Fernández Arribas
martes 24 de noviembre de 2015, 16:40h

La dignidad y la memoria de todas las víctimas de los terroristas del Daesh bien merece el acuerdo de todas las grandes superpotencias del mundo y de cualquier país, sea cual sea su tamaño y condición. Habría que mirar hacia atrás, no mucho tiempo, y reclamar a los ahora concienciados por el enorme daño que causa la barbarie del Daesh por qué no lo han hecho antes. Es la estupidez humana, teñida de la ambición política personal y partidista, que se repite históricamente. Hay muchos ejemplos, pero el primero que se me viene a la memoria, vivido y sufrido en persona, es el de Sarajevo y Bosnia.

¿Cuántos muertos tiene que haber y cuántas familias destrozadas para que los todopoderosos dueños del mundo con sus maquinarias militares y económicas pongan fin a una masacre repugnante e inaceptable? Más de 200.000. Hasta en eso se asemejan los casos de Bosnia y de Siria. Han pasado 20 años y aquellas lecciones de crueldad y destrucción no han servido para que otros seres humanos, como los sirios, los iraquíes o cualesquiera que hayan sufrido un conflicto.

El caso es que el presidente de Francia, Francois Hollande, con 8 puntos más de popularidad, ha emprendido una campaña de contactos con los líderes de las principales países: Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, Alemania, Italia y China. París con sus 130 muertos encabeza una iniciativa internacional para acabar con un monstruo cuyos orígenes se centraron en el crimen y el tráfico ilegal de todo lo imaginable, que sirvió como herramienta sunní contra los chiíes iraquíes que gobernaron sectariamente en Irak tras la retirada de los soldados norteamericanos, que controlaron la rica zona norte kurda de Irak, rica en petróleo y se extendió a Siria donde en junio de 2014 proclamó el Califato, con capital en la ciudad de Raqqa.

En todo este tiempo, con el dinero de sus benefactores del Golfo, de los bancos de Mosul y el resto de ciudadanos de la región, de la venta de antigüedades, del rescate de los secuestros, de los impuestos que exige a quien malvive en los territorios que maltrata y, últimamente, sobre todo, de la venta de petróleo en el mercado negro a través de Turquía, los terroristas del Daesh han matado a miles de personas sin importarles su condición, ni mucho menos la religiosa que es un paraguas para justificar sus desmanes; han destruido miles de familias, han dinamitado el patrimonio de la humanidad y, ahora, aterrorizan al mundo con sus atentados indiscriminados. Más vale tarde que nunca para acabar con esta pesadilla inmunda pero sin olvidar responsabilidades.

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