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Sin ruido no son nada

Por Pascual Hernández del Moral.
martes 13 de octubre de 2015, 20:52h

Vamos a hablar con claridad: los críticos actuales a la celebración de la Hispanidad, necesitan el escándalo de unas declaraciones anti-españolistas, porque fuera del griterío no son NADA NI NADIE, no han aportado nada: nadie se acordaría de ellos sin el alboroto de unas declaraciones escandalosas.

Algunos tontos y tontas contemporáneos dicen que no hay nada que celebrar porque España provocó un “genocidio” en la América descubierta. Y digo “descubierta” porque el 12 de octubre de 1492 no se encontraron dos culturas: los indios americanos no hicieron nada por “encontrarse” con la cultura europea, porque no podían. Y sí que murieron muchos de ellos, fruto de la ambición de los criollos, de las encomiendas y de las mitas, del trato inhumano que recibieron y de las enfermedades que se les llevaron los colonizadores. A estos ágrafos y ágrafas, tontos y tontas, ignorantes e ingnorantas culpables, nunca se les han oído declaraciones contra los genocidios del pasado siglo: el del pueblo armenio realizado por los “jóvenes turcos”; el Holodomor, el genocidio ucraniano en el 32, en el que Stalin mató de hambre a 2 millones, reconocido como genocidio por la ONU en 2003; Pol-Pot, Mao… y les ahorro muchos otros recogidos en el libro de 1997 EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO. O sea, que si en la historia de España tenemos una LEYENDA NEGRA, los comunistas nos ofrecen una historia con más de 100 millones de víctimas, y sin ningún Padre Las Casas que defendiera a los asesinados. STALIN dijo: “La muerte de una persona es un hecho trágico, pero la muerte de un millón es simple estadística”. Y los comunistas han hecho lo imposible, los de allí y los de aquí, para que se olviden sus genocidios, sus estadísticas. En esto, han sido y son auténticos maestros.

Esto viene a cuento por las declaraciones que han hecho personajillos que no levantan media cuarta de valía intelectual, y que se representan, generalmente, a sí mismos. Porque, vamos a ver: ¿qué ha aportado a la humanidad de este siglo un personajillo como Güili Toledo? Podía donar su cuerpo a la ciencia, a ver si se encuentra la causa de su descomposición de vientre, diarrea que le ha hecho cagarse, de nuevo, en España (como hiciera el inefable Rubianes), en todo lo que se menea, y hasta en la Virgen del Pilar; así sería útil para algo. Porque es un cómico grotesco, de baratillo, que necesita el escándalo para que se hable de él y reciba alguna que otra subvención, “de esta mierda de país”. Anduvo un tiempo por Cuba, y nos amenazó con quedarse a vivir allí, pero por lo visto, no lo quisieron; no era fácil vivir de las dádivas del régimen castrista, y aquí lo volvemos a tener.

Otros y otras pueden argumentar que representan a alguien: la Colau y su portavoz, uno de cuyos méritos fue mear de pie en la Gran Vía de Murcia; el Kichi gaditano, que puede darnos, entre otros momentos de gloria en los carnavales, lecciones de cómo hundir una economía en tres lecciones; y los felones Astuto Mas, el Urcullu y la Barcos, que gobiernan no a pesar de, sino gracias a que España es una monarquía constitucional que todavía permite y paga a traidores y pérfidos. Nadie los echó de menos en las celebraciones. No se fueron “de pinchitos” con el rey, como dijo el ínclito Pablo el Coletas (no la cabra de la legión). A ver cuándo se aprueba una ley en la que se blinden los símbolos de España, que falta nos hace.

Son muy pocos, pero la notoriedad que les dan (les damos) en los medios de comunicación agranda su figura enana. Sería muy bueno para todos (menos para ellos) vacunarnos contra semejantes gusarapos.

Ya lo dije hace unos meses, pero por si no lo recuerdan, volveré a repetirlo: todo el que lo desee puede dejar de ser español. Basta con leerse y poner en marcha en su vida lo previsto en el Real Decreto de 24 de julio de 1889, publicado el 25 del mismo mes, y vigente hasta este 15 de octubre de este año, en el que están previstas las maneras de perder la nacionalidad española. Basta con que estén emancipados, vivan tres años en el extranjero (cosa que ya intentó el Güilli en Cuba), que lo acepten en ese país (lo que no le ocurrió al susodicho), y que durante tres años usen exclusivamente la nueva nacionalidad. No parece fácil, pues otros países donde pudieran adquirir la nueva nacionalidad tras abandonar la española (léase Corea del Norte o Cuba, un suponer), no los querrían, dados los antecedentes de felones de que hacen gala.

Yo celebro el Día de la Hispanidad, y me enorgullezco de ser español, y como yo, muchos millones de españoles, mal que les pese a los bellacos y felones.

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