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Un caso emblemático de la opresión chavista

Un caso emblemático de la opresión chavista

Por El Nuevo Herald
martes 29 de septiembre de 2015, 15:56h
La temperatura suele acercarse al mediodía a los 90 grados Fahrenheit en el centro penitenciario de Uribana, en el norte de Venezuela, pero el calor retenido por el asfalto de la cancha deportiva era mucho mayor y atormentaba a los reos que habían sido obligados a acostarse desnudos –bocabajo y con las manos en la nuca– sobre la ardiente superficie.
Entre ellos se encontraba Raúl Emilio Baduel, joven dirigente del partido opositor Voluntad Popular, quien se esforzaba por permanecer inmóvil bajo la mirada hostil de los efectivos de la Guardia Nacional que custodiaban al grupo de reos. Pero el asfalto se había convertido en una sartén hirviente, imposible de tolerar, y Raúl Emilio terminó moviéndose.

Las consecuencias no se hicieron esperar, relató Omar Mora Tosta, abogado del joven preso político. “Le fracturaron las costillas de una patada”.

Además de las costillas rotas, Raúl Emilio –hijo del también enjuiciado general Raúl Isaías Baduel– terminó con varias quemaduras, incluyendo en sus genitales. Pero estas lesiones no son las únicas que ha sufrido desde que le arrestaron en marzo del 2014 por participar en las manifestaciones estudiantiles contra el régimen de Nicolás Maduro.

Raúl Emilio, junto con su compañero Alexander Tirado, conocido como “El Gato de Aragua”, está entre los presos políticos más emblemáticos y más maltratados del régimen, siendo seleccionados específicamente para servir como casos ejemplarizantes y aterrorizar a través de ellos al resto de la población, explicó Mora Tosta, quien se encontraba la semana pasada en Miami.

“Sin estar haciendo absolutamente nada, sino ejerciendo el derecho a la protesta pacífica, fueron detenidos arbitrariamente, torturados y condenados a ocho años de prisión”, dijo Mora Tosta, quien antes de pasar por Miami estuvo en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, en Washington, actualizando los expedientes de los jóvenes, junto con los de otros presos políticos que él representa.

Con el arresto y encausamiento de “El Gato” y de Baduel (hijo), el régimen estaba enviando un mensaje al sector estudiantil, dándole a entender qué podían esperar si seguían participando en manifestaciones contra Maduro en las calles, mientras que con el caso del general Baduel, el mensaje estaba dirigido al sector militar.

“Ellos siempre buscaron aterrorizar a la sociedad venezolana con casos ejemplarizantes como estos. En el ámbito militar, como querían dominarlo para que nadie se enfrentara al gobierno, metieron preso al general Baduel”, explicó Mora Tosta.

Excepto que el caso del general Baduel generó grandes odios dentro de la estructura chavista, y el temor del régimen hacia el encarcelado general, quien aún goza de prestigio, es visto como una de las razones detrás del maltrato a su hijo.

El otrora Ministro de Defensa de Hugo Chávez no solo era compadre del fallecido mandatario, sino que había jurado junto con él, bajo el legendario Samán de Güere, liberar al país de la corrupción y las cadenas de la oligarquía.

“Si Baduel no hubiera señalado en aquel discurso, cuando se fue de baja, si no se hubiera pronunciado en contra de la propuesta de reforma a la Constitución [a través de la cual Chávez buscaba la reelección indefinida], es muy probable que él nunca hubiese estado preso”, explicó el general Antonio Rivero, quien también enfrentó a Chávez al denunciar la penetración cubana en las Fuerzas Armadas.

Proviniendo de Baduel, un general muy respetado y conocido como un hombre muy serio, ese pronunciamiento fue visto como una traición imperdonable, y el régimen terminó encarcelándolo bajo cargos de corrupción.

No obstante, el general siguió siendo visto como una amenaza por el régimen, ya que era respetado y mantenía alguna influencia dentro de las Fuerzas Armadas.

“Estando preso, ya no es mucho más lo que podían hacer contra él, y es por eso que le tocan al hijo”, explicó Rivero.

El hijo, junto con “El Gato”, fueron sometidos a intensos maltratos y humillaciones cuando llegaron a Uribana.

“A la llegada del centro de Uribana, fuimos sometidos a un área de reclusión conocida como ‘aislamiento’ donde duramos 22 días. En ese sitio nos servían comida caliente en las manos y nos obligaban a que la echáramos al piso porque no existía otro lugar dónde comer”, narró el propio Baduel (hijo) en una entrevista con la periodista Andreina Flores.

“Era una celda de dos por dos metros, donde se anegaban las aguas servidas de las letrinas”, dijo.

Mora Tosta apuntó que no era ningún accidente que les vertieran comida caliente en las manos.

“Los militares querían quemarles las manos para verlos comer desde ese piso sucio como animales. Se deleitaban viéndolos”, explicó el abogado.

En las noches, lanzaban a la celda gases lacrimógenos y les interrumpían el sueño colocando música chavista a todo volumen.

Posteriormente, fueron trasladados hasta un módulo de alta seguridad, donde los dos jóvenes compartieron con hasta otras 16 personas una celda de ocho metros cuadrado, lo que no daba espacio para moverse mucho.

Allí ambos fueron sometidos a constantes golpes, en ocasiones bajo la presencia del director del propio penal. A ratos, les pegaban en la cabeza con armas de fuego y les amenazaban con dispararle.

Y también tenían las sesiones con “El Comenalgas”, un bate muy parecido al utilizado en el juego de cricket que suele dejar a los prisioneros sin la posibilidad de sentarse.

“Llegaron a tener las nalgas negras y moradas, y no se podían sentar”, comentó Mora Tosta.

Los maltratos a veces eran realizados también con otros bates, que ellos apodaban cruelmente “los derechos humanos”.

Ambos fueron posteriormente trasladados al centro penitenciario de Tocuyito, cerca de Valencia, donde están recibiendo mejor trato, pero la peor violación cometida contra los jóvenes fue la propia sentencia de culpabilidad emitida pese a los testimonios de 14 personas que estaban presentes en el lugar de los hechos y que absolvían a los acusados.

Y en una de las instancias la sentencia fue emitida sin que los acusados estuvieran presentes para defenderse, lo cual es ilegal en Venezuela, donde las leyes establecen que los acusados tienen el derecho a ser escuchados.

Esa arbitrariedad, según Mora Tosta, buscaba inhabilitar a los jóvenes para que pudieran competir en las elecciones parlamentarias de diciembre, y obtener la liberación de ganar los comicios, bajo la figura de la inmunidad parlamentaria.

“Pero era evidente que no los iban a dejar salir y se quería que quedaran detenidos para poderlos torturar y condenarlos a como diera lugar, y sin ningún tipo de prueba, para de esa manera mandar el mensaje de terror a la sociedad venezolana”, dijo el abogado.
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