Muy querida nieta Cristina:
Te escribo porque acá arriba, los abuelos gallegos de buen corazón, andamos bastante calientes con el tema electoral. Nos desilusiona y nos duele mucho que el partido más fuerte de la oposición no pase de ser poco más que un grupito de mercenarios. Nos parece una falta de respeto a los ciudadanos que no haya debate sobre las líneas económicas que seguiría un hipotético nuevo gobierno. Semeja que la guardia pretoriana macrista considera a millones de votantes unos simples pelotudos porque no quieren perder su laburo o su jubilación actualizada o su vivienda subvencionada.
En la última reunión de la agrupación “Cristina da Fonsagrada” salió el asunto de las inundaciones. Varios compañeros se sorprendieron al ver a un par de candidatos opositores que se disfrazaron para cruzar el ancho Amazonas. No los nombro pero vos los conocés. Otros se explayaron sobre la importancia del agua. Es una riqueza el poseer un territorio con abundantes recursos hídricos. Cuando hablé me acordé del viejo y sabio consejo gallego de que “nin niño na beira do camiño nin casa na beira do río”. Los pájaros, instintivamente, saben donde hacer sus nidos. Somos los humanos los que metemos la pata y no respetamos a la naturaleza al no alejar las casas de las orillas de los ríos.
El compañero Bieito Abraira, un gran lucense que nació donde nace nuestro emblemático río Miño, quiso puntualizar sobre las cíclicas inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Hizo un análisis histórico sobre la masiva llegada de emigrantes a la capital argentina a principios del siglo pasado. Se refirió a que los mejores terrenos estaban ocupados por el patriciado porteño y que a los recién llegados les fueron vendiendo en lotes los peores solares. No había lugar en las casas de inquilinato. Los conventillos rebosaban de tanos y gayegos. Era el momento del ranchito propio. Los dueños de los terrenos se hicieron de oro al vender en zonas sin valor económico que eran demandadas por los que bajaban de los barcos.
El amigo Bieito no se mordió la lengua. Siempre fue muy contundente en sus manifestaciones. Se expresó con claridad sobre el rédito electoral de aquellos que le echan la culpa de las inundaciones al gobierno de turno. Sostiene que los inmorales juegan con los pobres para que se entretengan peleando entre ellos. Al estar en el barro luchan para que el charco no les llegue a las rodillas y no piensan en los que viven sequitos en la loma del cerro. Nos abrió los ojos a la gran ofensa de las urbanizaciones cerradas que se edifican encima de toneladas de relleno. Quieren ser islas independientes pero dependen de tierra firme para su subsistencia. El negocio lo hacen los vendedores de parcelas que coimean a los municipios para obtener licencias donde no se debe construir.
Más allá de la crítica malsana de los desvergonzados del PRO y de lo que vos dijiste sobre la “obscenidad de disfrazarse de día de lluvia e ir al barrio a juntarse con los pobres” es necesario informar que el actual gobierno ejecutó 4883 obras hídricas [saneamiento y alcantarillado] con una inversión de 122.387 millones de pesos. Aunque los mafiosos del “Clan del Clarinete” hayan ocultado la realización de miles de obras hídricas no le pueden cerrar la canilla a los hogares que antes dependían de un pozo que extraía agua salobre. Los que antes luchaban contra la proliferación de mosquitos por ausencia de cloacas son directos beneficiarios de unas obras que mejoran su calidad de vida.
Me tengo que despedir porque no quiero llegar tarde al “Club de Lectura”. Te envío un abrazo cariñoso del viejo emigrante fonsagradino que no olvida a los que le abrieron las puertas del gran corazón rioplatense.
Pascasio Fernández Gómez
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