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A más Parlamento menos pancarta

Por Iñaki Anasagasti
viernes 21 de agosto de 2015, 15:17h

Conocí a Uxue Barkos cuando fue corresponsal de ETB en el Congreso, pero más a Jesús, su marido, ex director de Europa Press, gallego y galleguista y gran comunicador. Y seguramente la caverna la hubiera destrozado si la Villa y Corte no le hubiera conocido en su labor parlamentaria madrileña actuando de forma segura, sensata, predecible, firme y democrática pero sin ese rabo y esos cuernos con los que la extrema derecha dibuja al abertzalismo. Y he ahí una de las características que decía Arzalluz que hacían falta para hacer política en Euzkadi. Haber pasado unos años en aquel zoco, calibrar las fuerzas, estudiar el comportamiento de la gran administración, sentir que todos son amigos tuyos, sin serlo, en definitiva conocer y ser conocido. Eso de más que tiene Uxue que si llega a fracasar en las elecciones generales de 2011 es improbable que hoy fuera la presidenta de Navarra.

El euskera

Siguiendo relatando experiencias de estos treinta años en el Bernabeu de la política española destaco el escalofrío que recorrió la Gran Vía madrileña cuando por presión de ERC a Zapatero no le quedó más remedio que aflojar la mano y permitir el uso de los tres idiomas cooficiales en el Senado, pero solo para Mociones, que se dirimen entre senadores. Nada de dirigirse en preguntas e interpelaciones al presidente o a ministros del gobierno porque estos habrían de ponerse el pinganillo. ¡Que horror!. “En la capital de España, sabiendo todos castellano, esto del pinganillo es una broma, ¿no?”, nos preguntaban. “Si. La misma broma de las 28 casetas de traducción simultánea en Bruselas sabiendo todos los presentes o francés o inglés” les contestábamos. ”Os tomáis en serio eso de la España plural y un Senado que es Cámara de representación territorial en un estado con lenguas cooficiales?”. Pues no.

Bien es verdad que el euskera donde ha de hablarse es en Euzkadi y que parece propio de un diálogo de besugos ver un pleno senatorial donde cuatro, de los cinco senadores del Grupo Vasco, se dirigen al PP en euskera y estos ni se ponen el pinganillo porque ya saben lo que han de votar. Pero esto del euskera en el Senado tiene un perfil adicional. Muchos de los senadores y senadoras allí presentes, todos de su padre y de su madre, de su provincia y de su pueblo de la piel de toro, es la primera vez que han oído de forma seguida hablar en euskera en su vida, se quedan flipados y se dan cuenta que es un idioma inescrutable que no lo entiende nadie. ”Oyéndoos me doy cuenta que sois distintos por lo menos en eso. Cuando un pueblo habla semejante código ahí hay algo más que una lengua incomprensible” nos dicen. Y ya hemos hecho el día.

No hay que investigar

Otra de las cuestiones que no funcionan o si lo hacen es en situaciones límite, son las Comisiones de Investigación. Y si fuera fácil reunirlas, la vida parlamentaria cambiaría. Estuvimos a punto de lograrlo en el Senado en 1995 sobre el Gal y la Guerra sucia. Ya constituida y para que generales y políticos no hablaran de la otra violencia, la del Estado, se clausuró tras su primera sesión. No podían tolerar que las cloacas del estado emitieran su fétido olor. Y así quedó consagrado que la única violencia habida ha sido la de ETA.

Años después y gracias a la necesidad de que el PNV presidiera una Comisión de investigación logramos en un dribling conseguir la transferencia de la competencia en Aguas. Y si hubiera sido fácil reunirlas sabríamos de verdad el por qué ha fallado todo el sistema de las Cajas de Ahorro y el por qué no se ha hecho nada en años en relación con los desahucios.

Pero para ponerla en marcha el partido del gobierno tiene que dar su visto bueno. Y eso nunca lo dará mientras pueda impedirlo.

¿De qué control hablamos si este tipo de información se hurta a las Cámaras y te dicen que para eso ya están los juzgados?.

Prefiero mil veces que hubiera cada mes una Comisión de Investigación, de Encuesta o de lo que sea en las Cortes y no en los platós de televisión .Acostumbraría al poder a sentirse vigilado, a los diputados y senadores de los grupos mayoritarios a trabajar y a la prensa a seguir los debates de responsables llamados a comparecer sin que eso sea un desdoro como ocurre con normalidad y respeto en el Senado norteamericano actuando normalmente como una simple práctica democrática. Pero si hay que esperar que el PP y el PSOE te den el visto bueno, vas apañado. Y esto es y ha sido una anomalía democrática. El poder tiene que sentir el aliento del control parlamentario todo el tiempo en la nuca. Muchos de los actuales escándalos hubieran saltado de otra manera si los Bárcenas, Granados, Fabra, Pujol, Chaves y Griñán de turno lo hubieran tenido en cuenta.

Pero no soy optimista. Todos los cambios del reglamento de ambas cámaras han fracasado por este articulito.

Al altavoz de la calle le ponen sordina

Existen en el congreso y en el Senado Comisiones de Peticiones para llevar la voz de la calle a las Instituciones. Eso en teoría. En la práctica no sirven para nada. Y es una pena pues estas Comisiones trabajando a tope, serían una de las más importantes e influyentes y hubieran puesto en dimensión el 15 M y debates estériles. Pero los partidos del gobierno en España las han convertido en Comisiones inservibles. Priman su mayoría y se han quedado reducidas a ser un buzón de cartas que se contestan mecánicamente, sin debate alguno y sin presencia de los solicitantes.

Y es que muchas cosas podrían hacerse simplemente con poner en marcha lo que existe. Traigo pues el raquítico trabajo de la Comisión de Peticiones del Senado, parecida a Ia del Congreso y que si existen es para escuchar, vehicular, seguir el pálpito de la calle y ser un órgano activo del Parlamento.

Resulta que en el último pleno nos hablaron de 45 quejas vehiculadas por esta comisión que se reducían a 26 siendo los miembros de la Comisión 22 senadores. Es decir había más comisionados que preguntas. Un dato.

Otro es el cometido de esta Comisión que no hace nada. "La Comisión de Peticiones sirve como cauce de información a las Cámaras (Congreso y Senado) mediante el cual se traslada a éstas las demandas y problemas sociales". Muy bonito pero no se cumple o si se hace se efectúa de forma tan desvaída que no tiene el menor efecto. Imagínense ustedes la ley hipotecaria, añosamente centenaria, origen de los desahucios, si hubiera arbitrado alguna forma para escuchar a los desahuciados y sensibilizar al gobierno sobre su cambio. Y es que a más Parlamento, menos calle, menos escraches, menos bronca. Pero si esto no se hace, no solo se mata el parlamentarismo, sino se le deja al ciudadano a la intemperie.

Una de las reformas del Senado debería ser ésta. Convertir esta comisión inválida en una olla a presión y no en un arroz con leche congelado.

La última respuesta la tiene siempre el Gobierno

Y no sé por qué. Bueno, sí. Tener siempre un as en la manga, pone el punto final victorioso a cualquier tipo de control. Y es que los parlamentos además de para legislar y representar están hechos fundamentalmente en democracia para controlar al gobierno. Y el Senado tiene la misma capacidad de control que el Congreso. Exactamente la misma. ¿Lo sabían?. Pues sí.

Pero nos ocurre lo mismo que en la Cámara baja. En una Cámara los martes, en la otra los miércoles el caso es que la sesión más viva es la del control al gobierno con temas de rabiosa actualidad y por espacio de tres minutos. Tú haces la pregunta, el gobierno contesta lo que le da la gana(lo puede hacer con un monosílabo), tú replicas y el gobierno, con su conejo en la chistera ,cierra el debatillo. Tiene otros tres minutos, salvo cuando acude el presidente al que se le hacen solo tres preguntas por espacio de diez minutos.

Pero, ¿por qué se llama control al gobierno cuando el gobierno termina controlándote a ti? Bien es verdad que uno tiene sus trucos.

O te alargas en la pregunta, o le confundes con el enunciado de la misma, o tus argumentos son tan contundentes que le dejas al ministro con los ojos a cuadro, pero lo normal es lo otro. Tú preguntas y él cierra. Como Santiago, que sigue cerrando España.

Y así una semana, y otra y otra y otra. Encapsulados y deseando al llegar a casa bajar la persiana y que te cuenten una de vaqueros.

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