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Palabras para un verano

Palabras para un verano

Por Manuel Juliá

domingo 28 de junio de 2015, 10:18h
Lees y subrayas, pretendiendo que esa frase hermosa, esa idea que se comprime en unas pocas palabras, o esa metáfora que se ha elevado sobre la realidad, para crear otra más grande, más profunda, o incluso más trascendente, no se pierda en el cementerio de los libros. Los humanos somos palabras que horadan la naturaleza intentando describirla o descubrirla, o protestar ante ella buscando una dimensión más satisfactoria que la propia realidad caduca que nos angustia cuando algo hermoso muere, y nos alivia cuando sentimos que el dolor no será eterno. Lees al gran Shakespeare otra vez, por qué no, si en quince años ese genio creó casi doscientos caracteres humanos que superan cualquier tratado de sicología. Ahí estamos, avaros, generosos, traidores, soñadores, amantes, sencillos, complejos, zafios, inteligentes, necios, un diccionario de lo humano escrito por un tipo rodeado de misterios. Gran verano con Shakespeare te dices, otra vez en la sombra, bajo al aire acondicionado, en la luz roja del atardecer con ese libro roto de tanto manosearlo sin el que ya no podrías vivir.
Lees y subrayas, no quieres que las palabras que tanto te han gustado, o te han recordado a ti mismo, se pierdan en el cementerio de hojas que te rodea. Llega el verano y te preparas una lista con lo que tienes que volver a leer: los poemas de Henrik Nordbrandt, las “Místicas” de Lorca, el “"Kaddish" de Allen Ginsberg, las poesías completas de Emily Dickinson, los libros de Cohen de Visor, “Muerte en Venecia” de Thomas Mann, otra vez Hemingway o Foster Wallace como contraste de la palabra como bisturí hacia la idea, o como bosque en el que se ocultan los miedos y los sueños. El verano para volver en la calma a Seneca y Platón. Silencio en la mañana con Sócrates, mientras don Quijote espera en la mesa para volver otra vez a cabalgar por mi mente.
Lees y subrayas frases que quizá nunca vuelvas a leer. Miras la biblioteca y sientes que cerca de esos libros están todas vidas posibles, todas las realidades que la mente puede encontrar, en un viaje que llega más lejos que cualquier otro, sin moverse del lugar, en el silencio que esconde y guarda la realidad más íntima, y lo sueños más grandes, y la humildad más inmensa de una evidencia de debilidad, pues somos lo más débil que se ha convertido en lo más fuerte porque la propia naturaleza o el mismo dios que se esconde en el enigma, así lo ha decidido. Detrás de unos ojos, y una frente y unos labios hay un mundo de pensamientos concentrados en páginas que otros tuvieron, y que, oh grandeza de la existencia, alguien siglos, o milenios después, en un verano, puede volver a escuchar en el mismo lugar del que surgieron, la inmensidad de la conciencia.
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