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Aunue los sueños se rompan en pedazos

Aunue los sueños se rompan en pedazos

Por Manuel Juliá

domingo 14 de junio de 2015, 00:59h
Poderosa esperanza la que cada mañana tiene que asomarnos a los ojos para abrir las persianas, quitarnos el sudor de la noche, mojar el cuerpo con el agua que nos quita los sueños, y las pesadillas, y vestirnos a veces con un esfuerzo titánico que no tiene sentido si no es el de que uno siente que va a salir de su refugio y afuera le espera la selva, las obligaciones, las devociones incluso, y sobre todo los otros, los que están detrás de la puerta, los que el pesaroso Sartre llamó el infierno al que nos enfrentamos cada día salvo el que viva en una urna de cristal, o encerrado como ciertos personajes de Shakespeare en una torre opaca como el carbón. Vivir es fácil con los ojos cerrados, dice un hermoso y oscuro filme de Trueba, pero en el solo hecho de despegarse de las sábanas para volver al tiempo uno abre los ojos y no los puede cerrar, porque si lo hace la vida se le echa encima como una fiera y puede que le destroce a dentelladas, como si fuera ese ciervo al que las mandíbulas de los cocodrilos atrapan en el río.

El dios, o el puro azar de la materia, que dicen Hawking o Mlodinow rige las leyes del universo, creó la esperanza dios sabe de dónde, y recuerdo lo que escribe Azorín, injustamente olvidado, que sin esperanza no hay goce alguno del momento presente, que la esperanza es lo futuro, y lo futuro es lo que da valor a lo actual y por eso aún en los momentos más oscuros una pequeña cerilla en la sombra alumbra un camino. Si no fuese así seríamos cualquiera de los millones de especies que la naturaleza ha hecho desaparecer, o mantenido en un interminable juego de los instintos, siempre haciendo lo mismo, como las hormigas en la tierra.

Lo dice don Quijote con los dientes en la mano, “todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo Sancho”, y es como hablar de una realidad profunda metafísica que grabada adentro nos empuja a creer que todo ha de mejorar, porque esa es la esencia de la especie que, con altibajos, va enmarcando la historia. Nuestra materia es la esperanza. Como en esa canción del Dúo Dinámico que escucho a menudo. Cuando pierda todas las partidas, cuando duerma con la soledad, cuando se me cierren las salidas y la noche no me deje en paz, cuando sienta miedo del silencio, cuando cueste mantenerse en pie, cuando se rebelen los recuerdos y me pongan contra la pared resistiré erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel, y aunque los vientos de la vida soplen fuerte seré como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Resistiré para seguir viviendo. Soportaré los golpes y jamás me rendiré. Y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré.
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