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Las medias verdades

Las medias verdades

Por Roberto C. López
viernes 07 de febrero de 2014, 13:10h
Qué rico y abundante es el vocabulario español cuando se quiere. Existen mil maneras de decir las cosas. Incluso nuestro maravilloso campo semántico nos permite engrandecer o desmerecer algo con el simple hecho de conocer bien nuestro lenguaje.

Buenos conocedores de las mil maneras de decir las cosas, son los chefs. Cocineros/as modernos que utilizan palabras rarísimas para vender mejor sus productos y encandilar así tanto las mentes como las billeteras de su clientela. De esta manera, cuando vas a pedir el postre, tu mente despega en submundo de adjetivos y tus papilas gustativas se recrean ante la idea de probar algo que por su nombre debe estar al alcance de los dioses. Luego te das cuenta de que una tembladera de huevo con suspiros de vainilla y canela con costra de azúcar, no es más que el flan de toda la vida.

Buenos son los chefs, pero mejores son nuestros políticos independientemente del partido que provenga. Utilizan un lenguaje que les permite enmascarar la realidad a su antojo y con ello desvirtuar la cruda realidad. Pongamos ejemplos y tiremos de memoria colectiva para recuperar aquellas frases míticas que dejaron en ridículo a quienes las decían y convencieron a muy pocos/as que las escucharon.

El señor Zapatero en un intento de convencer todavía no sé a quién, llamó a esta crisis que ha dejado más de 6 millones de parados, "desaceleración económica". Para la señora Cospedal, un registro en la sede de Génova en busca de pruebas relacionadas con el caso Bárcenas con premeditación, nocturnidad y alevosía, no es una intervención policial, sino una "entrada en el partido". La juventud que, cansados de mal vivir en su propio país, tiene que emigrar en busca de oportunidades no son emigrantes sino "jóvenes aventureros". Miles de ejemplos podríamos citar, de cómo algunos de nuestros responsables políticos desvirtúan la realidad y con ello hacen un flaco favor a los ciudadanos que esperan respuestas, a su propio partido político y a su dignidad, si es que les queda. 

Imagínense por un momento que nosotros los ciudadanos/as en nuestras vidas cotidianas habláramos de esa manera. Un mal momento con nuestra pareja no sería una crisis de pareja, sino una "desaceleración temporal del amor y la pasión producida por condicionantes internos o externos". No llegar a fin de mes sería "insuficiencia de recursos económicos para el plazo comprendido en un espacio temporal de treinta días, por imposibilidad manifiesta de ingresos u ahorros". Estoy seguro que se producirían frases divertidísimas, pero los receptores del mensaje pensarían que les estamos tomando el pelo.

Desde aquí hago un llamamiento al lenguaje cotidiano, a decir las cosas a la cara. En ocasiones la realidad duele, pero duele mucho menos que la mentira y las falsas esperanzas. Señores/as políticos/as dejen de pensar que somos idiotas y no nos damos cuenta de la realidad. ¡Dejen de adornar las palabras para camelarnos! 

Espero no haber escrito "por encima de mis posibilidades".

Roberto Carlos López Martín. Presidente del Consejo de la Juventud de Castilla y León.  
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