El obispo de Segovia recomienda "compasión, delicadeza y respeto" hacia quienes "padecen" homosexualidad
Carta pastoral de Ángel Rubio con el título "Castidad y sexualidad"
sábado 07 de septiembre de 2013, 17:49h
El obispo de Segovia, Ángel Rubio, ha mostrado
en su carta pastoral, titulada 'Castidad y sexualidad', "compasión,
respeto y delicadeza" hacia aquellos que "padecen" homosexualidad, una
condición de la que traslada un juicio negativo a través de una escueta
referencia a ella. En su nueva comunicación, recogida por Europa Press, el prelado
segoviano aborda la castidad como la capacidad por la que una persona,
de manera consciente y decidida, asume su sexualidad y la orienta para
realizar su vocación al amor en cualquier estado de vida.
"No es una forma de reprimir o inhibir la sexualidad", concreta
Rubio, quien incide en que ésta implica el dominio de sí y ayuda a vivir
sexualidad como expresión y compromiso de amor. "Es una forma de
libertad y una fuente de verdadera alegría, que se alcanza por la gracia
de Jesucristo", asevera.
El obispo señala además que para los jóvenes la castidad es un
"camino de maduración", pues supone superar el egoísmo propio y ser
capaz de sacrificarse por el bien propio y el de los demás, así como es
una "excelente" preparación para el matrimonio.
"El Catecismo de la Iglesia Católica ha procurado hacer un
desarrollo positivo del precepto especialmente en este mandamiento, tan
afectado por las críticas a su talante negativo y represor", añade, al
tiempo que indica que se hace también un desarrollo positivo de la
sexualidad y de la diferencia de sexos, "que son vistos como
complementarios y no como opuestos o en lucha, a la vez que se insiste
en la igual dignidad de ambos".
Tras ello, el prelado hace referencia a la homosexualidad. Sobre
ella, apunta que "el juicio es negativo, pero con una actitud
recomendada de compasión, respeto y delicadeza hacia los que la
padecen".
En cuanto al amor de los esposos, expresa que las relaciones
sexuales entre ellos se califican de "signo de la comunión espiritual"
y, por tanto, "algo positivo y santo, aceptando que la sexualidad es por
sí misma positiva en cuanto que es fuente de alegría y de agrado".
Según el obispo segoviano, antes de llegar al matrimonio, los
jóvenes se preparan para vivir un día el amor humano auténtico y
responsable, para lo cual aprenden a usar de la sexualidad tal como Dios
quiere, y no como fin en sí misma.
Rubio agrega que la educación de la sexualidad permite encontrar
sentido al amor y a la entrega a otra persona en orden a formar una
familia y ayuda a ser cada día más dueño de uno mismos, y por lo tanto,
más persona.
"Un amor casto es un amor que resiste a todas las fuerzas,
internas y externas, que quieren destruirlo. Es casto quien asume
conscientemente su sexualidad y la integra bien en su persona. Castidad y
continencia no son lo mismo. También quien tiene una vida sexual activa
dentro del matrimonio debe ser casto. Una persona actúa castamente
cuando su acción corporal es expresión de un amor seguro y fiel",
manifiesta.
Ángel Rubio concluye que no hay que confundir castidad con
mojigatería. Al respecto, señala que un hombre que es casto "no es
juguete de sus deseos", sino que vive conscientemente su sexualidad a
partir del amor y como expresión del mismo.
"La impureza debilita el amor y oscurece su sentido. La
sexualidad, en la que expresa la pertenencia del hombre al mundo
corporal biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está
integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y
temporalmente ilimitado del varón y de la mujer. La castidad es una
virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del
trabajo espiritual", zanja.