martes 18 de junio de 2013, 23:32h
Al menos lo reconoció. Esa fue la batalla ganada aunque más
hacia adentro que hacia afuera, es decir, que todavía tenemos que oír al
ministro de Agricultura y Ganadería, Miguel Arias Cañete, decir públicamente
que adeuda 26 millones de euros a Castilla y León, su parte correspondiente a
los fondos del programa de Desarrollo Rural de este año. Así se lo
reconoció al propio presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, que acudió
como mediador al encuentro que mantuvieron en Madrid este lunes el ministro y
la consejera del ramo, Silvia Clemente. Sin embargo, y al margen de las
"discrepancias técnicas" con siete millones, que deberán solventar
este viernes en Valladolid, Cañete dejó más que claro que el problema es el de
siempre: no hay dinero y, por lo tanto, o Cristóbal Montoro modifica el
presupuesto y habilita nuevas partidas o la situación tiene difícil solución,
por no decir que ninguna. Otra vez Montoro.
El ministro del impronunciable Magrama dijo que sí, que se pagará (hay unos
50.000 agricultores esperando), pero no dio plazo alguno. Se comprometió a
agilizar los pagos pero antes, no se nos olvide, es necesario un dinero que, de
momento, no hay. Un "debe" más, de la Administración central para con
Castilla y León que deja abierto un frente que se suma al del reparto del
déficit, la reforma local, el mantenimiento de la minería, Garoña...
Es cierto que el encuentro en el Ministerio sirvió también para que bajase el
tono de la crítica entre los responsables de Agricultura de dos
administraciones, la central y la autonómica (ambos del PP, aunque no lo
parezca), que empezó a subir tras el paseíllo de Arias Cañete hace quince días
por Segovia escoltado por los dirigentes de la UCCL, orgnización agraria cuyas relaciones con la
Consejería no pasan precisamente por el mejor momento. Entró después en juego Herrera y la
propia vicepresidenta del Gobierno, la vallisoletana Soraya Saénz de Santamaría (curiosos mediadores) y, a partir de ahí, contactos y más contactos
para acabar en Montoro.
Y como el ministro de Hacienda ha demostrado que tiene
perfectamente asumido el papel de malo de la película y ahora está demasiado ocupado en encontrar explicaciones al inexplicable caso de las fincas de la Infanta Cristina, se perciben en el
horizonte nuevos nubarrones en un capítulo, el de los fondos del Programa de
Desarrollo Rural, en el que habrá que seguir peleando desde las tierras de labor.