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España en escombros

España en escombros

Por Fernando Franco Jubete
lunes 03 de junio de 2013, 17:59h
"Hoy decir España no es más que articular un vocablo vacío de sentido, porque ya no queda aquí ninguna España de existencia real". Es una frase de Julio Senador, del que también he tomado la del título de su más conocida y valorada obra "Castilla en escombros". El intelectual regeneracionista y notario de Frómista, expresó a través de sus escritos con certera, profunda y ácida visión la realidad de España y, en especial, la de nuestra tierra, en el primer tercio del siglo XX.

La ruina económica y moral de la España actual no está muy alejada de las descripciones, incluso apocalípticas, que dibujaba Julio Senador, particularmente ante el absoluto hundimiento del empleo en el medio rural, como consecuencia de la crisis agraria provocada por la plaga de la filoxera y la desaparición del cultivo de la vid. La emigración y el desarraigo de las familias de españoles, sin ninguna posibilidad de empleo en su tierra, entre 1905 y 1920, fue muy semejante a la situación actual de hundimiento del empleo, aunque la crisis la haya provocado la construcción y nuestro medio rural agrario esté respondiendo con crecimiento y acogiendo a algunos de los hijos que se fueron y han perdido su futuro en el medio urbano.

Hoy, la ruina económica y moral de España también puede representarse con un alegórico montón de escombros. Precisamente porque ha estado prioritariamente provocada por la desquiciada evolución del sector de la construcción que ha dejado abandonadas cientos de urbanizaciones, polígonos de viviendas e industriales que ya están transformándose en escombros. Que serán montones de escombros en muy pocos años. Por ello, cualquier persona, incluso sin ninguna sensibilidad artística, puede interpretar que ha sido muy oportuno representar a España en la 55 edición de la Bienal de Arte de Venecia llenando el Pabellón de España con un montón de escombros de más de 500 metros cúbicos, cuatro metros de altura y seis toneladas de peso, que han obligado a reforzar el piso del Pabellón. Eso sí, la artista aragonesa Lara Almárcegui también ha escrito una "Guía de la Sacca San Mattia", una isla que se ha formado con escombros de cristal de la industria de Murano y que está muy próxima al Pabellón de España, describiendo su presente geológico y medioambiental que le da, como Ustedes pueden comprender, muchísimo más valor a la obra.

Resulta, sin embargo, que la escombrera en que se ha convertido España, no ha inspirado a la artista conceptual, que rechaza la idea de que este proyecto nazca de cualquier referencia a la crisis, como demuestra el hecho de que lleva más de diez años deconstruyendo estructuras para mostrarlas al público. El comisario Octavio Zaya, elegido por el Ministerio de Exteriores y Cooperación para seleccionar a la artista y la obra que debía representarnos, lo explica muy claramente: "Deconstruyendo edificios y otros monumentos y construcciones, Lara Almarcegui desenreda lo que entendemos como morada y residencia, mostrando los materiales, desnudos e inexpresivos, de los que están hechos los edificios, o descubriendo los productos de reciclaje que utilizan y en lo que a su vez se terminan convirtiendo, para acercarnos a la naturaleza entrópica inherente de la civilización".

Relean la maravillosa frase repetidamente para que puedan Ustedes comprender las motivaciones del arte conceptual explicadas por un gran experto. Para que asuman las razones por las que la artista acomete la deconstrucción del Pabellón de España dentro del mismo Pabellón, que es el concepto que le ha inspirado para amontonar estéticamente los materiales con los que lo construyó en 1922 Javier de Luque en la Bienal de Arte de Venecia de aquél año.

Un arte conceptual de usar y tirar que no deja indiferente a nadie y menos en estos tiempos de crisis. Este año ha contado con una financiación pública proporcionada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente del Ministerio de Exteriores y de Cooperación, que aporta 300.000 euros, y la sociedad pública Acción Cultural Española (ACE), que añade 100.000 más. El Gobierno de Aragón aporta otros 15.000 euros, a los que se suman 40.000 procedentes de empresas privadas. Quizá por la crisis su coste es la mitad de los 800.000 euros que costó la instalación de Dora García, artista conceptual vallisoletana y representante española en la pasada Bienal de Venecia.

Es realmente dramático que en la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo sus políticos y gestores encuentren razones para invertir 300.000 euros en trasladar escombros de la única planta de residuos que hay en Venecia, amontonarlos bajo la dirección estética de una artista conceptual para que representen a España y volverlos a llevar a la planta de reciclaje en el mes de noviembre cuando acabe la Bienal. Cuando éramos ricos estas cosas nos hacían reír leyendo las ampulosas justificaciones de los expertos. Hoy con cinco millones de parados, treinta mil familias pasando hambre, dos millones de personas atendidas en comedores sociales, 53.000 familias que no pueden comprar los medicamentos que necesitan y 870 millones de personas que se mueren de hambre en el mundo, el 98% en países en vías de desarrollo, debería ser un delito social. Al ministro de Exteriores que lo consiente y a los políticos impresentables que dirigen la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo debería alguien ponerlos en la picota y exigirles que inviertan 300.000 euros de su bolsillo en reducir el hambre en países en vías de desarrollo, como es su obligación.

Fernando Franco Jubete. Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia. 
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