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Dimiten los ciudadanos

Dimiten los ciudadanos

Por Francisco Ramos
domingo 10 de febrero de 2013, 23:09h
Dimiten los ciudadanos. Rajoy y Rubalcaba aguantan. Son corredores de fondo, pero estos son ya tiempos de corredores de relevos.

El paraguas de las siglas ya no soporta el chaparrón. Las grandes marcas políticas se hunden  en los sufrimientos del presente, pero sobre todo en la falta de futuro.

Al PP se le echa encima su cinismo.  Se están quedando con todo y nos están dejando sin nada. Al PSOE le persigue el giro liberal de 2010, la reforma express  de la Constitución y, sobre todo, la carga de no ser alternativa cuando más falta nos hace.
Imaginen un escenario electoral con una participación próxima al 50 %, espero que más bien por arriba. El PSOE y el PP con 100 escaños cada uno.

La baja participación abarata el coste del escaño en las provincias y la expectativa de sorpasso movilizará al electorado de los partidos "segundones", animado también  por  el recuerdo del resultado de las europeas -en caso de que vayan por su orden- en las que la circunscripción única hace que cada voto cuente para sumar escaños.

La debacle de las clases medias y la precarización de los trabajadores tienden  a vaciar el centro político y estimulan las aventuras en la extrema derecha, mientras que la diversidad política de la izquierda responde mejor a su pluralidad sociológica.  En las encuestas son muchos los votantes del PP que no quieren ni acordarse de que le votaron  ¿O qué creían, que iba a ser siempre gratis?

En este escenario las mayorías o son de concentración PP-PSOE  o harán falta tres o cuatro partidos o coaliciones para sumar 176 escaños y garantizar al Gobierno estabilidad parlamentaria. ¿Pero qué estabilidad será esa?

Los liderazgos de Rajoy y Rubalcaba -cada uno en su casa-  ponen muy difícil tanto los acuerdos "naturales" a la derecha o a la izquierda como los "transversales", a la asturiana.  Más bien operarán en el imaginario colectivo como una amenaza de gobierno de salvación nacional para salvarse en realidad ellos y los suyos. Ambos son la garantía de un resultado, esta vez sí, de suelo electoral, en el que no estarán ni todos los de casa.

¿Qué política se puede hacer sin credibilidad? ¿A qué esperamos para institucionalizar las primarias, abrir las listas electorales, limitar los mandatos e inmediatamente después dar la palabra a la ciudadanía?

La democracia española necesitaba grandes partidos y los ha tenido gracias a las reglas electorales. Ahora son como dinosaurios inadaptados en una sociedad líquida y abierta. Si quieren seguir siendo grandes tendrán que hacerse también líquidos y abiertos. Menos aparato y más militancia, menos fidelidad y más debate, menos argumentarios y más argumentos, menos burocracia y más meritocracia, menos jerarquía y más inteligencia colectiva.

Para mantener su papel en el mapa político español PSOE y PP, que nos hacen mucha falta, tienen que dejar de ser lo que son para ser otros. Pero de eso parece que solo somos otros los que nos enteramos. Los aparatos se resisten, a lo suyo; en su autismo interesado.

Nunca hubo una sociedad tan politizada con tanto rechazo a los partidos políticos.  Nunca tuvimos menos referencias con prestigio y capacidad para sumar la energía colectiva.  Nunca hubo tanta gente creyéndose sin futuro. Nunca tantos tuvieron tan poco que perder. ¡Mucho cuidado!

Francisco Ramos. Sociólogo. Procurador en las Cortes de Castilla y León
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