¿Un estrepitoso fracaso con premio?

Sorprendente. O más bien, espantoso. Que la reacción del presidente y de los consejeros del Banco España-Duero, tras conocer la valoración de la entidad (informe del Frob, del viernes 8 de febrero) fuese de "un cierto" optimismo es, cuando menos, un insulto a la clientela y a la ciudadanía en general. Ya, sí, claro: el desfase patrimonial de 288 millones coincide con la estimación que había realizado la propia entidad. Lugo, ¡bien!, en ese dato no se han equivocado los máximos responsables de España-Duero. Se han equivocado en todo lo demás. La gestión ha brillado por su ausencia. Pero acertaron, sí, a la hora de calcular la dimensión del agujero sobre el que asientan sus posaderas.

En realidad, lo mejor que podría ocurrir es que tanto Evaristo del Canto (presidente ejecutivo), como los cuatro miembros del consejo que preside y el director general, anunciaran su dimisión irrevocable -¡hace meses que deberían haber renunciado!- este miércoles, día 13, en la sesión que celebra el consejo de administración de la caja fusionada.

El Banco España-Duero tiene las horas contadas. Adiós. Lamentablemente, se han cumplido los peores augurios. La pésima gestión realizada arroja un saldo escandaloso. No es que haya perdido valor, no. Es que su valor es negativo... ¡Menos que cero! Es decir, en términos de la economía real, el futuro comprador debería reclamar casi 300 millones para asumir la propiedad de la entidad, aunque sólo fuera para seguir utilizando su mobiliario.

Por eso y no por otras razones, el joven Banco España-Duero dejará de ser propiedad de Caja España-Duero. Es probable que el nuevo dueño sea Unicaja Banco; o temporalmente, el Frob (que gestionaría su venta de inmediato). Pero lo cierto, en todo caso, es que deja de ser de la caja fusionada España-Duero, también abocada a desaparecer. Adiós, buena señora, adiós.

Tanto Del Canto como sus consejeros aseguran que heredaron una entidad en fase casi terminal. Si fuese así, que no parece, su gestión habría conseguido consumar las peores expectativas. Aducen que las condiciones adversas del mercado y las sucesivas regulaciones del Gobierno han exigido más dotaciones de las que podían aportar. Sin embargo, ni las condiciones adversas del mercado afectaban únicamente a España-Duero, ni las sucesivas exigencias de solvencia se aprobaron exclusivamente para el banco autonómico con sede social en Madrid... Ambas circunstancias han impactado directamente en todo el sector financiero nacional. Por eso han desaparecido algunas entidades. En cambio, otras han sabido sortear las dificultades mediante fusiones a tiempo o gracias a la puesta en marcha de un plan estratégico exigente, con sus ajustes y sus saneamientos.

España-Duero no. Del Canto, el presidente ejecutivo, se encerró en su burbuja, jugó la única carta de Medel y dejó que la entidad encallara en la inanición.

El resultado es el siguiente. En 23 meses (desde el 1 de enero de 2011 al 30 de noviembre de 2012), el balance de España-Duero se redujo en 5.372 millones de euros (-12%). La clientela retiró depósitos por valor de 5.237 millones de euros (-16,5%). La cartera de créditos de clientes disminuyó en casi 2.200 millones (-8,5%). Y el patrimonio neto de la entidad perdió más de 290 millones (-17%).

Podría haber ocurrido que, a pesar de todo, la tendencia de los últimos meses apuntara una cierta recuperación del negocio. Pero no. Todo lo contrario. La parálisis, el desconcierto, han agravado progresivamente el deterioro de las cuentas. De hecho, España-Duero perdió casi 4.500 millones en depósitos de los clientes entre enero y noviembre de 2012 (la última cifra publicada).

Consecuentemente, la evolución de los beneficios/pérdidas ha sido escalofriante: si en diciembre de 2010 presentó un beneficio neto de 47,1 millones y en diciembre de 2011, de 39,3 millones, el año 2012 ha sido un calvario acribillado por los números rojos: -126,5 millones en junio (casi 185 millones de pérdidas antes de impuestos), -407,2 millones en septiembre (casi 590 millones antes de impuestos) y cerca de 2.000 millones de pérdidas en diciembre, según se reconoce ya abiertamente en la propia entidad.

Eso quiere decir que la Obra Social de España-Duero está ya en la indigencia. Y también en perspectiva negativa, claro. Porque la inminente venta del banco en el que volcó su negocio la caja fusionada cierra sus fuentes de ingresos. Está en la antesala de la desaparición. Además, la venta del banco implica, como es bien sabido, la puesta en marcha de un riguroso plan de saneamiento; o sea, el cierre masivo de oficinas y el despido -negociado o no- de más de mil empleados.

¿Con estos resultados tan "brillantes" se puede concebir que los cinco miembros del consejo del Banco España-Duero sigan en sus puestos un minuto más? ¿Alguien puede comprender que, a la vista de los números, alguno de los cinco consejeros pudiera incorporarse ahora al consejo de Unicaja Banco como representante de tan maravillosa gestión? ¿Y es, por otro lado, comprensible que el Frob confirme a los cinco consejeros en sus cargos si asume en estos días el 100% del capital del banco?

Alguno añadirá, con razón, que tan responsables son los cinco consejeros como los dirigentes políticos (PP-PSOE) que pactaron su nombramiento... Bien, pues que se sustancie esa responsabilidad en el lugar adecuado (las Cortes de Castilla y León). Aunque, en todo caso, por la vía de los hechos, este fracaso político tendrá unas consecuencias claras para Castilla y León, desde el punto de vista institucional. El presidente Herrera ya no es creíble para el sector financiero. Y cuando convoque a sus máximos responsables, por aquello de exigir que se impliquen en los proyectos estratégicos de la Comunidad, le escucharán atentamente, claro; guardarán el protocolo, seguro. Pero a la hora de la verdad, le darán la espalda. Su objetivo es el negocio, al margen del ritmo de desarrollo del tejido productivo autonómico.

Y en cualquier caso, lo importante ahora es que la derivada política no sirva de coartada para que el presidente ejecutivo de España-Duero, sus cuatro consejeros y el director general se acomoden dentro de unos días en otro sillón o se vayan de rositas.

Manuel Trapote