red.diariocritico.com
La desagrarización española

La desagrarización española

Por Fernando Franco Jubete
jueves 31 de enero de 2013, 18:18h

La desagrarización puede definirse como el proceso de pérdida constante de la importancia económica del sector primario en el PIB, del empleo agrario en la ocupación de la población y de las actividades agrarias en la generación de ingresos en el medio rural. Un proceso que se traduce también en la progresiva ausencia, de la agricultura y la ganadería, en la vida de la sociedad española, de su permanente olvido e ignorancia por los políticos de cualquier color, por el mundo inversor y financiero, por la actividad empresarial y emprendedora y, consiguientemente, de su ausencia de los medios de comunicación.

Pero la actual desagrarización española no es solo consecuencia de las crisis agrarias, de la industrialización y la terciarización, no es sólo un proceso asociado a la economía postindustrial, característico de las sociedades del bienestar y cuya atracción provoca el decaimiento y abandono progresivo de la sociedad rural, con la huída constante de los más jóvenes y la inevitable despoblación rural. La desagrarización española actual se singulariza y es mucho más grave porque nuestra sociedad ha perdido el orgullo de formar parte de un país agrícola, de seguir defendiendo el carácter prioritariamente agrícola de nuestros paisajes, de la riqueza patrimonial de nuestro medio natural, de la excepcional calidad de nuestras producciones agroalimentarias.

La sociedad y la Administración españolas no le otorgan a la agricultura y ganadería, a la conservación de los bosques y paisajes agrarios la importancia que se merecen. Lo prueba la escasa o nula presencia de los temas agrarios en los discursos de la clase política, de los presidentes de Gobierno de la democracia, en los discursos de investidura y del Estado de la Nación o el olvido absoluto de propuestas agrarias durante las campañas electorales. Habitualmente ni la más mínima referencia o cita, ni la más mínima propuesta expresando compromiso o admiración.

Envidio profundamente lo que ocurre en otros países europeos, como Francia o Inglaterra, que se siguen considerando con orgullo países agrícolas. En ambos países, tanto el presidente de la República como el primer ministro Cameron, exponen en sus discursos frecuentes alusiones a la agricultura y ganadería, comentan sus problemas, se comprometen con sus profesionales y les aportan soluciones. Por ello, la sensibilidad de ambas sociedades hacia la evolución de su agricultura y su atracción por su medio rural contribuyen indudablemente a la viveza y actividad de sus sociedades rurales.

En España sin embargo, a pesar de la insistente demanda de los colectivos, empresas y organizaciones agrarias por la necesidad de que, tanto el Estado como las Comunidades Autónomas, asuman y defiendan el carácter estratégico, básico y multifuncional que tienen la agricultura, la ganadería y los montes, no se establecen compromisos firmes con el sector agrario, con el riesgo evidente de que, si no se mantiene, irán desapareciendo, no sólo las producciones sino también los paisajes naturales y agrarios, las costumbres y las tradiciones rurales.

Por el contrario, los medios de comunicación, los políticos, analistas y tertulianos mediáticos y los ecologistas de salón, con los que nos desayunamos a diario y padecemos repetidamente todos los días, siempre están prestos para acusar al sector agrario de sus riesgos contaminadores, de su consumo de agua en exceso o de ser agresor del medio ambiente. La defensa del lobo, cuya abundancia diezma rebaños, o del jabalí, que destroza cosechas, es siempre encendida mientras, en contraposición, el ganadero o el agricultor tienen que sufrir los daños en silencio y, con frecuencia, sin compensación económica. Los ganaderos nunca son noticia y, menos aún, su ruina económica actual y su masivo abandono como consecuencia de la incapacidad e indecisión política en la regulación de los mercados.

Tampoco son noticia ni se valoran públicamente las consecuencias sociales, patrimoniales y ecológicas, en la conservación del medio rural y de los bosques vivos y activos, que van a provocar el abandono sin retorno de miles de familias dedicadas históricamente a la ganadería. Una actividad profesional que hay que mamar y vivir en la explotación familiar y que no surge por vocación individual y ajena a su ejercicio cotidiano.

La desagrarización de España, el desapego urbanita hacia las actividades agrarias que nos dan de comer todos los días y la ignorancia institucional hacia sus problemas y evolución están poniendo en peligro el futuro de la Agricultura española, en unos momentos críticos, en los que las producciones alimentarias y su transformación, están respondiendo mejor que la industria y los servicios y cuando su demanda mundial crece de forma imparable.

Fernando Franco Jubete. Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })