A las urnas

En noviembre del año 2011, los españoles fuimos convocados a unas elecciones generales ante el enorme descalabro de la situación económica de nuestro país. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero había llevado a España a un deterioro interno y a una falta de credibilidad en el exterior, insostenibles. Gracias a la enorme irresponsabilidad del Presidente en el manejo de la crisis, el futuro aparecía por primera vez ante nuestros ojos, lleno de negros augurios y con datos macroeconómicos terribles.

Frente a esta situación, los españoles optamos por un cambio político. Le dimos nuestra confianza, de nuevo, a un partido que ya había gobernado España durante ocho años y del que teníamos un buen recuerdo en el ámbito económico. En esos momentos, nadie se paró a pensar si realmente la causa impulsora de esa bonanza había sido la buena gestión del equipo económico del gobierno, los ingentes millones de euros que llegaron de Europa, la burbuja inmobiliaria, o la irresponsabilidad de los bancos en la concesión de créditos al consumo. Lo cierto es que España, en la época de Aznar, parecía la Arcadia económica feliz y eso es lo que perduraba en la memoria de la gente.

El Partido Popular se presentó entonces ante los españoles como el garante de la ortodoxia financiera, el no va mas del saber hacer en lo económico y, sobre todo, se presentó ante toda España como el adalid de la honradez y la trasparencia y máximo garantista de la unidad de España.

Apenas ha pasado un año y el partido político que prometió no subirnos los impuestos, nos cruje. Esas mismas personas que nos vendieron la unidad de España como una frontera intraspasable, ceden ante los separatistas catalanes y ante los violentos asesinos etarras, aceptando consultas anticonstitucionales y concediendo libertades frente a informes y normas jurídicas contrarias. Ese es uno de los grandes problemas que arrastra el Partido Popular

Pero el principal problema que hoy tiene ese partido, es otro muy diferente al incumplimiento sistemático de promesas electorales, o su incapacidad para sacarnos de esta terrible marea de quiebras empresariales y familiares.

Su problema fundamental es que nos vendió honradez frente a los desmanes de otros partidos. Nos vendió limpieza en sus cuentas y mano dura frente a la corrupción. Y ahora, tan solo un año después de la cita electoral, aparece el que fue su gerente nacional durante mas de diez años, acusado de evasión de capitales, involucrado en una trama de favores políticos a empresarios y lo que es peor, bajo sospechas fundadas de reparto de dinero negro a altos cargos del partido, durante la Presidencia de Aznar y Rajoy.

Pues señores, hasta aquí hemos llegado. Ustedes no tienen ya legitimidad alguna para seguir gobernando este país. No hay nada que ustedes puedan hacer ya para recuperar su credibilidad. Yo, como español, nada mas y nada menos que como español, pido que pongamos fin a este sistema acabado y corrupto y que se pregunte al pueblo, a los ciudadanos, si quieren abrir de inmediato un nuevo proceso constituyente para traer a España otra forma de hacer política.

Daniel Movilla