red.diariocritico.com
Optimistas, sí. Incautos, no

Optimistas, sí. Incautos, no

domingo 13 de enero de 2013, 23:46h
Las primeras semanas del año 2013 se han visto salpicadas por una amplia corriente de optimismo, impulsada por un visible avance de la credibilidad de España en los mercados nacionales. La caída de la prima de riesgo y el éxito de la primera colocación del tesoro son, en efecto, datos ciertos. Y el eventual alejamiento del escenario de un rescate, también. Aunque la corriente de optimismo quizás sea un tanto desproporcionada. De hecho, ningún analista considera que, con esta mejora, se pueda augurar una recuperación general de la economía a corto plazo.

En todo caso, bienvenidas sean las señales de mejora. Cuanto más y más duraderas, mejor. Porque el deseo de que se consoliden los principales indicadores económicos en positivo es, sin duda, generalizado. Más que un deseo, después de cinco años de crisis, es una auténtica necesidad.

Algo de ello sugieren, en todo caso, las estimaciones elaboradas por los principales analistas, que contemplan el ejercicio 2013 como una prolongación del periodo de recesión en el que quizás cambie la tendencia y desemboque en el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento, que se podría concretar en 2014 y siguientes.

Si España vuelve a despertar la confianza de los inversores internacionales, si las reformas estructurales -aún incompletas- dan el fruto esperado, si culmina con éxito la reestructuración del sector financiero, si se avanza en los procesos de liberación de algunos sectores, si se mantiene la senda de mejora de la competitividad (moderación de precios y salarios) y el sector exterior conserva su dinamismo... Si se cumplen todas estas condiciones generales y algunas más en particular, es probable que durante los últimos meses del ejercicio vuelva a crecer la economía. Y aunque el resultado del año sea negativo, como se espera, el cambio de tendencia permitiría afrontar el ejercicio 2014 con optimismo más fundamentado.

Sin embargo, esta perspectiva -que actualmente arroja tantas dudas como buenos deseos- no sustituye ni enmascara la tozuda realidad más inmediata. Y ésta apunta una caída continuada de la demanda interna, como consecuencia del progresivo empobrecimiento de las familias, del incremento de las obligaciones fiscales y de la prolongada incertidumbre del empleo.

Por lo tanto, tampoco será un mejor año para las pequeñas y medianas empresas (casi el cien por ciento de las que operan en la Comunidad), atrapadas entre el debilitamiento de las ventas, la caída de los recursos (financiación) y el repunte de la morosidad. Lo que quiere decir que, si se prorroga el drama del tejido pyme, en 2013 empeorará aún más la situación del empleo, con una tasa de paro por encima del 21%, que es un porcentaje escandaloso, dramático, aunque se sitúe cinco puntos por debajo de la media nacional. Y en este caso, al parecer, no cabe esperar una mayor destrucción del empleo en el tejido pyme, sino más bien como consecuencia de la reestructuración pendiente en dos grandes sectores de actividad: las administraciones públicas y el sector financiero.

A todo ello se une, además, la expresa renuncia a la inversión por parte de las administraciones, cuyos ajustes están siendo soportados fundamentalmente por las familias y las empresas.

La conclusión es bien sencilla. De cumplirse las previsiones de los analistas (¡veremos!), la inexorable complejidad del ejercicio 2013 ofrecería una gran novedad: el sufrimiento de los últimos cinco años podría tener fecha de caducidad. Y ello, si se verifica a finales de año, sería un buen motivo de celebración. Seguro.

Manuel Trapote. Periodista
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })