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Triscaidecafobia y sacrificios

Triscaidecafobia y sacrificios

Por Fernando Franco Jubete
viernes 04 de enero de 2013, 12:01h
Comenzamos un año con el número 13 como protagonista y para muchos españoles empezamos mal por ese mismo hecho. El miedo irracional al número 13 es una antiquísima superstición profundamente arraigada en nuestra cultura, hasta el punto de que puede considerarse una enfermedad denominada triscaidecafobia. Resulta, por lo tanto, que Ángel Nieto, el 12+1 veces campeón mundial de motociclismo, que siempre se resiste a pronunciar dicho número, padece la enfermedad que, con su dimensión supersticiosa, espantadiza y hasta un poco infantil, debe ser obligadamente benigna. De todas formas, espero que su padecimiento, el miedo irracional, no se extienda al año 2013 y que nadie se anticipe a los hechos, por muy malas que sean las predicciones. Entre otras razones porque la fobia al 13 se practica en Europa y los países de América latina pero los americanos del norte lo consideran su número de la suerte. Por ello, no podemos permitir que las creencias populares, con frecuencia irracionales, ni los políticos o los prescriptores de tendencias, con frecuencia manipuladores de la realidad y del futuro, nos amarguen un año que merece ser vivido.

Es evidente, por lo tanto, que las predicciones y análisis que, en estos días, se publican y divulgan sobre las expectativas que nos depara a los españoles el año 2013, van a estar inevitablemente influenciadas por la triscaidecafobia confesada o subliminal de los analistas y expertos de cultura europea. Algunos miembros del Gobierno no padecen la enfermedad o la compatibilizan con un ramalazo cultural norteamericano y auguran un primer semestre malo y un segundo semestre bueno sin más apelativos, sin los brotes verdes que percibió la zapateril Elena Salgado, de infausto recuerdo. 

Mariano Rajoy, que es gallego antes que cualquier otra cualidad o defecto, seguro que es un enfermo triscaidecafobo, porque no hay otro pueblo más supersticioso que el gallego. Pero está obligado a disimularlo con su formación cartesiana de registrador de la propiedad y de político eficaz, que se ha transformado, con el ejercicio del poder, en la personificación de la tranquilidad paralítica y el hermetismo indeciso hasta conseguir la exasperación de los españoles. Como presidente del Gobierno no puede expresar su miedo al 2013, es decir, no puede permitirse la triscaidecafobia típicamente gallega. Por ello, y según los periodistas que han conseguido entrevistarle, afronta 2013 con un cierto optimismo: "hombre, optimista, lo que se dice optimista..." Muy propio de su galleguidad: ni subir ni bajar, ni ir ni venir, ni entrar ni salir. Considerando el éxito de sus afirmaciones más reconocidas en su primer año de gobierno, "no pienso abaratar el despido", "no vamos a tocar las pensiones", "ni un euro público para los bancos", "mi intención es no subir el IVA", no puede pronunciarse para evitar incumplir cualquier afirmación, sea la que sea. 

Para colmo Rajoy nos ha defraudado a todos los españoles en el ámbito de la regeneración política, al mismo tiempo que nos exigía sacrificio tras sacrificio. Sigue sin plantear una reforma a fondo de toda la Administración y de todas las administraciones y lo sigue posponiendo hasta junio de 2013. Con la justificación de que dichas reformas hay que realizarlas a su tiempo, los cuatrocientos mil políticos, los cargos de libre designación, las 5.000 sociedades y entes públicos, creados para gestionar con libertad, es decir para manipular y malversar, y con una deuda de casi 56.000 millones de euros, siguen a sus anchas sin sufrir el más mínimo sacrificio. Priorizar la inacción en defensa visceral de la política y los políticos, que se desprestigian constantemente con innumerables casos de corrupción, está provocando el imparable incremento del odio de los españoles hacia la clase política. Y Rajoy, con su mayoría absoluta, permite que exista la evidente percepción entre los españoles de que el sector público no se sacrifica. El 83 % de los españoles consideran que sobran políticos, que es necesario eliminar las diputaciones, reducir los ayuntamientos, recortar el gasto autonómico, eliminar la administración B, actuar para evitar la impunidad de los abusos cometidos por el sector financiero de las antiguas cajas de ahorros creado para beneficio de políticos.

De nada nos sirve a los españoles el reconocimiento explícito del presidente Rajoy de nuestro sacrificio: "Se ha hecho un esfuerzo descomunal, nunca se ha pedido tanto a un país". La decepción, la desconfianza, el malestar social y el pesimismo existencial que ha ido provocando en los españoles el gobierno de Rajoy a lo largo del funesto año 2012, un número precioso, redondo y atractivo, deberían eliminar la triscaidecafobia, el miedo al número 13 y al año 2013, hasta en el más supersticioso de los gallegos y, de paso, curar a Ángel Nieto. Es imposible que el año 2013 sea peor que el 2012 (por lo menos para todos los españoles a excepción de los políticos) y, para evitarlo, Rajoy y su gobierno tienen que empeñarse en conseguirlo. Es muy sencillo. No tienen más que darnos satisfacciones a los españoles iniciando la regeneración política, avanzando en la reforma de las administraciones (que los sacrificios los vivan en 2013 los políticos) y, si es necesario, actuando con contundencia en la deriva secesionista catalana, liderada por un personaje mediocre, perdedor, gafe y, con toda seguridad, triscaidecafobo. Y si Arturo Mas no lo es, porque como catalán puede que no se lo haya permitido hasta hace tres meses su bon seny (buen sentido, sensatez, cordura), tras comportarse con auténtica rauxa (locura, arrebato, exaltación) es de esperar que lo sea a partir de 2013, tras el choque dramático que ha provocado en esta tradicional dualidad catalana convirtiéndola en escisión.
  
Fernando Franco Jubete. Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia. 
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