CyL, una Comunidad solvente

Es comprensible. El Gobierno autonómico ha querido evitar el desgaste que, al parecer, supone acudir al mecanismo de rescate bautizado con las siglas FLA (el Fondo de Liquidez Autonómico constituido por el Gobierno de la nación en julio pasado). El presidente Herrera lo explicó, más o menos, durante su intervención en el macrodesayuno organizado por El Norte el pasado día 4 en Valladolid. 

Herrera venció su propia inercia y leyó una ordenada intervención. La desventaja de leer, en el caso del presidente, es que su dialéctica pierde frescura. La gran ventaja es que se sabe cuándo pone el punto final.

Tampoco fue demasiado explícito cuando anunció que, por decisión propia, su Gobierno renuncia este año (y el próximo, por lo visto) a los recursos del FLA. Se limitó a decir que una vez satisfechas todas las necesidades de financiación en 2012, a través de los "proveedores ordinarios", no advierte necesidad alguna de acudir al mecanismo del FLA... "Sinceramente creemos -dijo- que una Comunidad como la nuestra [que ha hecho tantos esfuerzos y que cuenta con unos indicadores relativamente mejores que la media de las comunidades] no debería tener, en circunstancias normales de mercado, ninguna dificultad para ver atendidas sus necesidades crediticias a través del sistema bancario ordinario..." 

Otra cosa será el esfuerzo financiero adicional que tenga que realizar Castilla y León. Es decir, el mayor coste que supone mantenerse en la vía de la financiación ordinaria (bancos) sobre la establecida por el FLA. 

Se sabe, por ejemplo, que los primeros 5.370 millones de euros que autorizó el Gobierno de la nación para Cataluña, con cargo al FLA, supondrá un coste total máximo medio de unos 300 millones anuales. De ellos, el coste por intereses será de unos 200 millones anuales; el resto, cerca de cien, se deriva del gasto por cuenta de las amortizaciones.

Hay que recordar que la deuda de Castilla y León ascendía a 30 de junio pasado a 5.900 millones (más de 2.300 euros por habitante); y que el Presupuesto de la Comunidad de este año destinaba más de 335 millones a satisfacer el coste de los intereses; si bien el gasto total asociado a la deuda se eleva a unos 600 millones. (El Consejo de Ministros autorizó el viernes, día 7, el importe total de las operaciones de deuda/préstamos de Castilla y León en 2012: en total, 1.313,5 millones). 

Aunque parece más accesible el coste del FLA que el ordinario (bancos), se puede argumentar que evitar este fondo permite eludir el severo control que impone el ministro Montoro a las comunidades que se refugian en su paraguas financiero. Sí, probablemente. Aunque, en fin, si -como asegura Herrera- Castilla y León cumple a rajatabla el plan financiero aprobado por el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que a su vez fue bendecido por el Ministerio de Hacienda, ¿qué temor pueden ofrecer los mecanismos de control que impone Montoro, si el objetivo es asegurar que la Comunidad que se acoge al FLA cumpla el mismo plan financiero ya aprobado por el Hacienda? Y por otro lado, ¿cuánto cuesta, en millones de euros, evitar el control del Ministerio?

Por lo tanto, que Castilla y León no haya acudido al FLA parece que tiene más que ver con la imagen que -dice Herrera- tiene la Comunidad: solvente, moderna, integradora, estable... ¿Es Castilla y León una Comunidad solvente por situarse en el cuarto puesto del ranking (el 10,3% del PIB) de las comunidades "menos endeudadas"?, ¿es solvente por contar con una calificación Baa3 con perspectiva negativa, según la escala de Moody's?, ¿es solvente una Comunidad cuya "auténtica razón de ser" (sic) es mantener la prestación de los servicios públicos?

Sin desmerecer el argumento, se entendería que al lector le pareciese pobre el pilar que, según Herrera, sostiene la "auténtica razón de ser" de esta Comunidad. O, al menos, alejado de la altura de miras que quisieron reflejar los redactores de la reforma del Estatuto aprobada en 2007, en cuyo preámbulo se afirma a modo de resumen: "El presente Estatuto pone así en manos de los ciudadanos y de las instituciones de Castilla y León los instrumentos precisos para que el progreso social, cultural y económico de la Comunidad siga haciéndose realidad en los años venideros".

Merece la pena celebrar las perspectivas de cumplimiento del objetivo de déficit en 2012. Buena noticia. Es el resultado del esfuerzo que están realizando desde hace cinco años las familias y las empresas de la Comunidad. Es el resultado de la mayor carga fiscal que están soportando. Es el resultado de la in-ver-sión-ce-ro decretada en estos años por el Gobierno regional. Y en último término, también, es el resultado del pequeño ahorro corriente realizado por las instituciones autonómicas.

Pero, ojo, no vaya a ser que este aparente repunte de una cierta vanidad colectiva impida al Gobierno regional situarse ahora en la cola del "comedor social" de Montoro a plena luz del día y, a la postre, acuda anémico, en la oscuridad de la noche y sin margen de maniobra...

Manuel Trapote. Periodista.