Sin periodistas no hay Comunidad

Este miércoles se ha aprobado por unanimidad en las Cortes de Castilla y León la Ley de creación del Colegio de Periodistas de la Comunidad. Confiamos que contribuya a mejorar y fortalecer la posición de los profesionales en el sistema de medios de Castilla y León. Enhorabuena.

Todas las profesiones son importantes, pero esta tiene la singularidad de que su objeto es la construcción de la opinión pública, que es la amalgama intangible que da cuerpo a una sociedad, que la convierte en un "pueblo" en el sentido de sujeto político.

Las asociaciones profesionales alertan sobre los riesgos para el sistema democrático del deterioro generalizado de las condiciones que se impone al ejercicio profesional de los periodistas. Sin periodistas no hay democracia.

Uno de los problemas, y no el menor, de esta Comunidad es precisamente la falta de una opinión pública de Castilla y León, que se cuartea -como mínimo- en nueve cuerpos provinciales. En los propios medios están al mismo tiempo una parte de las causas y buena parte del remedio. Sin periodistas no hay Comunidad, más allá de lo local.

Los periodistas afrontan hoy muchos retos compartidos y algunos propios. Es tan fácil despedir o humillar a un periodista con la precariedad y el trabajo sin sueldo, como a cualquier otro profesional. La reforma laboral pone tan fácil el despido que los empresarios ni piensan en otros ajustes y lo acabamos pagando todos.

Los riesgos para la independencia periodística de la precariedad, el subempleo y el paro, son amenazas para todo el sistema democrático.

La proliferación de la información  y la opinión que propician las  tecnologías de la comunicación, ponen también en cuestión el rol profesional de los periodistas en la era de internet.

La concentración de  medios y la presencia en su accionariado de grupos de interés ajenos al sector cuestionan la voluntad de control del poder y defensa del interés general que alienta en la vocación de los profesionales.

El apoyo público a los medios, que es un hecho en todas las democracias, siempre tiene la tentación de subordinar su línea editorial al interés partidista y derrotar la libertad de opinión de los profesionales incluso en su propio pensamiento.

El afán de manipulación de los medos de titularidad pública, que hoy tanto nos ofende porque lo juzgábamos superado, antepone la alineación política a la competencia profesional

Pero precisamente por eso creo, hoy más que nunca, en el valor de los profesionales.  Sé la importancia que tiene para la libertad y la democracia la construcción de un relato coherente y lleno de sentido sobre nuestra dura realidad, solo deudor de esa aspiración a la objetividad, que aún siendo inalcanzable, funda el compromiso ético de los -y las- periodistas con la realidad a la que se deben.

Políticos y periodistas tenemos una convivencia difícil y compartimos responsabilidades sobre la agenda y el debate políticos de las que no siempre podemos sentirnos orgullosos. La misma acusación que se hace a los políticos de alejamiento de la realidad se expresa en el caso de los periodistas como distancia entre la opinión pública y la opinión publicada. Ambos somos, además de esclavos de lo que decimos, deudores de lo que callamos.

Francisco Ramos.
Sociólogo. Procurador en las Cortes de Castilla y León