España: un relato en busca de autor

Pongamos que, como sospechan, el daño que nos están imponiendo los que mandan en Europa no sea por nuestro bien. Pongamos que sus correspondientes en España están a lo suyo -como han estado siempre-, a costa de lo de todos, con arreglo a sus alcances, más bien cortos.

Pongamos que en Centro-Europa no se fíen ya de la estabilidad del mediterráneo africano para ejercer de frontera sur de sus privilegios frente a la inexorable marea oscura de la inmigración africana. Pongamos que buscan una frontera interior.

Una frontera llamada a contener las enormes desigualdades que hoy separan el mediterráneo o las vallas de Ceuta y Melilla no es segura. Así que pongamos que en la Europa fría alguien que puede ha pensado que un mediterráneo- norte empobrecido es la mejor garantía contra los riesgos de un mediterráneo-sur más pobre e impredecible.

Esta fantasía, que no es más, entiéndanme, expulsa África al reino de la nada y nos deja a los países del mediterráneo europeo en el papel de frontera y geriátrico de Europa. 

Para ese papel combinado se requieren sólo dos cosas: poca formación de la ciudadanía y mucha seguridad, entendida como orden público sin más, a base de infundir miedo: mucha policía y poca política social. Dando por hecho el buen tiempo. 

Habrá que enseñar idiomas al pueblo, eso sí -y algo de números-, para facilitar un buen servicio a los veraneantes y a los jubilados del norte que se van a comprar el sur por cuatro euros. Nuestra tradición picaresca tampoco le va mal a este perfil.

Además, un ejército de mano de obra de reserva numeroso, pobre y que hable idiomas será buena garantía para contener los salarios de los trabajadores en el norte, ¡qué caramba!

Con este destino que nos está labrando el Gobierno del PP, los presupuestos que acaban de presentarse no tienen un "pero". ¿Querrán más investigación, más becas? ¿A ver qué les falta, si hasta van a volver con el latín? 

Miedo me dan los que reparten el juego en Europa con las cartas marcadas y los que administran nuestra pobre partida con babosa sumisión. Total por la propina de un lacayo de librea.

Esto Vd. y yo, que no somos de ayer, ya lo hemos visto. ¡Qué no harán por nuestro bien! 

Un pueblo, para serlo, necesita un futuro de éxito en el que creer y en el que mirarse para reunir la fuerza y la seguridad necesarias para conquistarlo, pero este que nos traen no es el nuestro. 

España exige otro relato de su futuro ¿tendrá quién se lo cuente?

Francisco Ramos. Sociólogo. Procurador en las Cortes de Castilla y León.