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Del Canto, amigo: ¡Adiós!

Del Canto, amigo: ¡Adiós!

domingo 23 de septiembre de 2012, 20:57h
Inquietud e incertidumbre. Y enfado generalizado en la plantilla. Eso es lo que se advierte al visitar alguna o algunas de las oficinas de la cada vez menos extensa red del nuevo Banco España-Duero. Unicaja aparece aún en la lejanía, como la Tierra Prometida. Después de un año desde el primer acuerdo formal de integración (absorción), la iniciativa zigzaguea aún en un mar de dudas. Unicaja ya no es sólo la mejor alternativa. Es una auténtica necesidad. O se cierra de inmediato la operación de absorción o el buque insignia financiero de la Comunidad se disuelve como un azucarillo de la mano del Banco de España.

Si, como se afirma en estos días, el informe de Oliver Wyman eleva las necesidades de capital de España-Duero por encima de las posibilidades financieras de Unicaja, Braulio Medel evitará lógicamente poner en riesgo la entidad que preside. Renunciará a firmar la absorción. Y en esa circunstancia, el nuevo banco regional sería intervenido, troceado y vendido en pequeñas dosis. El informe de Oliver Wyman se conocerá este viernes, día 28.

La antigua Caja España-Duero no es viable. Ha perdido el pulso. Después de un largo periodo de inanición, está en la UVI: camarón que se duerme...

Es verdad que la situación del mercado es adversa. Claro que sí. Es muy difícil. Para España-Duero y para todas las entidades financieras. Ahí están los resultados. Pero no es menos cierto que, contra todo pronóstico, España-Duero tiró la toalla en enero de 2011. Su presidente, Evaristo del Canto, pasó de acariciar un plan de futuro en solitario a echarse en los brazos de Medel como única tabla de salvación. Y lo que es peor: cual camarón dormido. Inquieto, sí, pero dormido.

Por lo tanto, sea cual fuere el destino próximo de la entidad, supondrá la escenificación de un espectacular fracaso. Y exigirá la dimisión de los cinco miembros del consejo de administración: Evaristo del Canto Canto (presidente ejecutivo), Alejandro Menéndez Moreno, Miguel Ángel Álvarez Sánchez, Pablo Pérez Robla y José Ignacio Sánchez Macías. Dimisión y renuncia a las indemnizaciones, cabe esperar. Otra cosa será el destino del equipo de dirección y otros altos cargos. Seguro que de ello se ocuparán los futuros responsables de la entidad para la que trabajen.

Lo que dejan los cinco del consejo es realmente desolador. Es el resultado de una gestión pésima. Nefasta. Adiós, amigos. Adiós.

Durante los seis primeros meses de 2012, el Banco España-Duero ha disminuido su balance en 768 millones de euros (-1,8%). Los activos dudosos se han elevado hasta los 3.485 millones (+64%). La tasa de morosidad ha escalado hasta el 13,3%, casi cuatro puntos por encima de la media del sector (9,42%). La tasa de cobertura (la relación entre provisiones y créditos morosos, que debería ser del 100% o más) ha descendido hasta el 36,2%. Los depósitos de clientes han bajado en 4.546 millones (casi un 15% menos que en enero). Los créditos a la clientela han disminuido en casi 500 millones (-2%). Como consecuencia de la pérdida de depósitos y del menor volumen de créditos, el negocio gestionado descendió durante los seis primeros meses del año en 2.733 millones (-4,2%).
¿El resultado? ¡Escandaloso! Las pérdidas antes de impuestos se elevaron a finales de junio hasta los 184,2 millones de euros. Aunque por el efecto fiscal, el resultado atribuido aminora las pérdidas hasta los 125,8 millones (-578%).

La entidad ha superado las peores expectativas calculadas para todo el ejercicio en sólo seis meses. Porque habrá que recordar que el informe justificativo del ERE (4 de junio de 2012) estimaba unas pérdidas antes de impuestos de 106 millones de euros al 31 de diciembre de 2012. Sin embargo, cuando se hizo pública esta cifra, la entidad informó a la CNMV sobre la supuesta falsedad de sus propios datos. Algo así como un desmentido a la gallega: "Los datos publicados obedecen a escenarios no contables ni patrimoniales..."

A finales de agosto (que no es prime time precisamente), la entidad informó públicamente sobre los resultados del primer semestre mediante una escueta nota de prensa. Al margen de la antiperiodística redacción de esa nota, cuyo objetivo es que se comprenda lo menos posible, sí es verdad que se ofrecía el dato fundamental: los 125,8 millones de pérdidas. Pero se atribuían al efecto de las mayores exigencias de saneamiento exigidas por el Gobierno, como consecuencia de los decretos de febrero y mayo. En el caso de España-Duero, las necesidades de capital ascienden hasta ahora a 1.747 millones de euros. Durante el primer semestre ha provisionado 131,8 millones, 92 más que en junio de 2011; pero esa cifra, ha provocado un descenso del resultado de explotación de casi 149 millones. Y las pérdidas más abultadas de la historia de la entidad y la de sus cajas fundadoras.

A la vista de los datos, si tras la borrascosa fusión que dio origen a Caja España, a las puertas de la crisis de los 90, se exigió con toda justicia la fulminante dimisión del presidente de la entidad, el socialista Ángel Villalba... ¿qué medida proporcional merecen ahora el presidente y los cuatro consejeros del Banco España-Duero? Adiós, amigo.

Aunque cabe un interrogante más: ¿Tendrán valor la Junta, el PP y el PSOE de mantener a este consejo?

Manuel Trapote
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