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Necesitamos un capitán

Necesitamos un capitán

martes 21 de agosto de 2012, 19:51h
Hace unos días, en un lugar de Galicia, cuyo nombre no tiene mucha importancia, nos reunimos un grupo de personas para escuchar a un experto en marketing y neurología. Durante más de cinco horas, los allí reunidos asistimos a una interesante disertación sobre la mayor o menor influencia en nuestro cerebro de las palabras que escuchamos a diario, y de cómo una pequeña parte de ese cerebro tiene una importancia vital en la toma de decisiones.

No les voy a aburrir con detalles técnicos del sistema, pero sí me gustaría compartir con ustedes una serie de detalles que, creo, tienen una importancia vital en los momentos por los que estamos transitando.

Decía este experto que para poder influir en las decisiones que toman las personas lo primero que hay que hacer es conocer cuáles son realmente las "preocupaciones" que tenemos instauradas en nuestro cerebro. Preocupaciones sociales, vitales, económicas, en fin, todo aquello que nos angustia y nos sume en un estado de abatimiento o desánimo. Porque, una vez conocido esto, podemos trabajar sobre la forma de liberarnos de nuestras angustias y hay fórmulas, mensajes y estímulos, decía, que nos hacen llegar a una mejor percepción de la situación.

Nos mostró un estudio realizado sobre la sociedad española, a través de entrevistas, encuestas y encuentros personales con diversos ciudadanos, de distintas ciudades de España, y llegaron a la conclusión de que son tres las principales sensaciones negativas de los españoles en estos momentos: la frustración, la irritación y el miedo.

Frustración por creer que el destino de España ya no depende de los españoles, sino que todas las decisiones que puedan afectar a nuestro futuro como nación se toman en un eje de coordenadas geográficas muy alejado de nosotros.

Irritación por la percepción que tienen de que existe un grupo de ciudadanos españoles que, sin derecho especial alguno, vive en otra dimensión económica distinta a la del ciudadano de a pie. Irritación porque ese grupo, conformado por banqueros y políticos, dispone de unos privilegios sociales, económicos y vitales a los que nunca podrán acceder el resto de españoles.

Y miedo, porque no saben hacia dónde van, y nadie les explica qué deben hacer para llegar a un puerto tranquilo donde poder recobrar el sosiego y trabajar por el futuro de sus hijos.

Creo que a estas tres sensaciones negativas descritas, tanto ustedes como yo, podríamos añadir tres o cuatro más muy similares y que mostrarían el grado de deterioro de la autoestima de los españoles en estos momentos. 

Pero no es cuestión de flagelarnos más, sino de crear ilusión, de trasmitir mensajes de esperanza y de seguridad. Y por eso, este experto nos desgranó los sistemas que utiliza la gente que trabaja en el neuro-marketing para llegar con nitidez a la capa del cerebro que toma decisiones y que es la que en definitiva determina nuestro estado de frustración o de satisfacción.

Como no quiero que me llame al orden por destripar los secretos y técnicas que utilizan, lo voy a dejar aquí, pero sí quiero contarles un ejemplo que este experto puso sobre la mesa ese día.

Imaginemos que estamos en alta mar, en un barco medianamente seguro, y que las olas nos azotan por todos lados, y una detrás de otra, van haciendo mella en el casco del barco y este amenaza con hundirse. La tripulación, todos nosotros, buscamos lógicamente al capitán del barco, a los oficiales expertos en navegación, no solo para que nos expliquen qué está pasando; que nos diga si estas olas son peligrosas de verdad, que nos cuente si tenemos capacidad para seguir nuestro viaje sin muchos más sobresaltos y sobre todo, queremos que nos lleve a un puerto seguro. En ese momento, ¿nos importaría mucho que el capitán sea cojo, alto, guapo o simpático? Nada. Lo que queremos es que nos salve, nos dé confianza en la travesía y nos lleve a puerto.

Ese debe ser el mensaje que tenemos que trasladar al ciudadano español. Darle seguridad de que nosotros sí sabemos llegar a puerto

Si comparamos esta situación con lo que está pasando en España hoy, concluimos, tenemos que añadirle varios componentes más de desesperanza en la tripulación. En este barco en el que hoy estamos metidos todos los españoles no sabemos dónde está el capitán, no sabemos si de verdad conoce la carta de navegación, si sabe, quiere y puede llevarnos a puerto. Y lo que es aún peor, los españoles buscamos en el barco a otro capitán que nos guíe y no encontramos a nadie.

Daniel Movilla



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