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Esto es una farsa

Esto es una farsa

miércoles 18 de julio de 2012, 00:01h
Últimamente da pena pasear por las calles de mi ciudad. Da pena entrar en el juzgado, en el autobús, o pedir cualquier cosa en un establecimiento abierto al público. En este santo país ha habido un antes y un después desde el pasado viernes. Antes del viernes, la gente estaba tristona, preocupada, con pocas ganas de broma y con la vista puesta en un futuro, que se presentaba incierto. Desde el viernes la gente sigue triste, preocupada, pero ahora, también enfadada. Y mucho.

De la noche a la mañana, con nocturnidad, alevosía y malas maneras, un Gobierno que había prometido mil y una veces no subir más los impuestos, no solo los ha subido, sino que los ha subido con discriminación y a destiempo. Un Gobierno que se había presentado ante los españoles con un programa determinado, lo incumple e impone un nuevo programa lleno de sacrificios para los ciudadanos de a pie.

Y lo que es peor, el Presidente de nuestro Gobierno se permite el lujo de decir que no le queda más remedio que hacer lo que está haciendo. Que no le gusta, pero que es lo que hay, que nosotros ya no decidimos nada  porque no tenemos libertad para decidir.

Pues miren ustedes, qué quieren que les diga. Yo si creo que tenemos libertad para decidir, lo que pasa es que son ellos, los políticos los que no nos dejan. Señores políticos, pregunten y se sorprenderán. Yo les ayudo a plantear las preguntas. Atrévanse a hacerlas. Son muy sencillas:

¿Es este el programa del Partido Popular al que usted le dio su apoyo?

¿Creen ustedes que un partido político que cambia su programa electoral debe obtener de nuevo el refrendo de sus votantes?

¿Cree usted que debe convocarse cuanto antes un referéndum nacional preguntando a los españoles si desean modificar la Constitución, si se debe reducir drásticamente la estructura del Estado y si hay que acometer una profunda reforma de las leyes que determinan las representaciones parlamentarias?

Se sorprenderían unos y otros, izquierdas, derechas y centros; nacionalistas y separatistas.

El pueblo español está cansado, harto de medias verdades y de protecciones endogámicas. Ha dicho basta y esto ya no tiene vuelta atrás. Cuando en el interior de un pueblo se instala un convencimiento, nada, ni nadie podrá cambiarlo con palabras. Solo un nuevo comportamiento público, ejecutado por nuevas personas públicas, podrá devolver la confianza a los españoles

Estoy seguro de que si los medios de comunicación al uso, los periodistas del sistema y los contertulios de las mil tertulias, leen este artículo, que no lo harán, dirán que no es el momento, que experimentos los menos; que la democracia se debilita; que quién sino PP o PSOE pueden arreglar esto; que puede venir un Jesús Gil, un Ruiz Mateos o algo peor. Eso, si no mencionan la historia de Hitler, o la guerra civil.

Me da igual. ¿Quién tiene más derecho que usted, que usted o que yo, para levantar la voz y pedir la palabra? Nadie. El mismo derecho, sí, pero más, no. Yo represento a una plataforma de ciudadanos cansados de escuchar y no poder opinar, ni siquiera opinar. Somos pocos, apenas un susurro, pero tenemos el mismo derecho a pedir, que cualquier otro español. Y no nos gusta esta democracia donde los jueces los nombran los partidos políticos. Donde los parlamentarios los nombran los partidos políticos. Y donde los medios de comunicación viven, respiran y cuentan historias al son que marcan los partidos políticos. Esto no es una democracia. Esto es una farsa.

Daniel Movilla


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