Rescates

Hasta cierto punto, no me escandaliza la nacionalización y el rescate de Bankia. Ni siquiera me escandaliza sobremanera lo elevado de la cantidad de dinero público que va a tener que utilizarse para tapar su enorme agujero tóxico. ¿Qué nos pensábamos, que España, una vez más, era diferente?

Desde 2008, en todos los países afectados por la crisis se han producido rescates de entidades financieras con dinero público. Aunque no soy economista, alcanzo a entender que estos rescates son imprescindibles para evitar el colapso y hacer que el sistema financiero pueda volver a la normalidad y que el crédito vuelva a fluir permitiendo la inversión y la creación de empleo. De hecho, los países que hicieron su "limpieza" antes, son los que antes han empezado a salir del agujero y a crecer.

En Estados Unidos, el gobierno federal ha gastado, invertido o prestado más de 602.000 millones de dólares en rescates (bailouts) de entidades financieras. En Europa, los Gobiernos de los países miembros de la UE han tenido que utilizar 400.000 millones de euros entre 2008 y 2010 para rescatar a sus bancos, cifra que hay que elevar a 1.2 billones si tenemos en cuenta no solo el capital público inyectado, sino también las garantías y avales.

Lo que me preocupa es que Bankia puede ser solo el principio. Lo que me hace temblar es pensar en todos esos activos tóxicos, esas enormes montañas de ladrillos sin ningún valor, que se encuentran aún escondidos bajo las alfombras de pelo largo de las entidades financieras más respetables de nuestro país.

Lo que me entristece es que, después de la socialización de las pérdidas, vuelva a producirse de nuevo la privatización de los beneficios.

Cuando Bankia, recuperada, empiece de nuevo a ganar dinero, ¿la volveremos a poner en manos privadas sin obtener ningún beneficio a cambio?

En Estados Unidos, de los 602.000 millones de dólares inyectados, el tesoro ya ha recuperado 388.000 en forma de intereses, dividendos o reprivatizaciones. A medio y largo plazo es posible que los rescates puedan ser un gran negocio para los estadounidenses.

Pero, por encima de todo, lo que me escandaliza, lo que me indigna hasta extremos que yo mismo creía que era incapaz de experimentar, es que los responsables de todo ese desastre se vayan de rositas, con sus espaldas bien cubiertas, sin tan siquiera tener que dar explicaciones de su gestión.

En Estados Unidos, los ciudadanos por lo menos pudieron ver la fotografía de los grandes jefazos de Goldman Sachs, JP Morgan, Morgan Stanley y Bank of America declarando ante el Comité creado en el Congreso para supervisar los rescates bancarios. En Islandia, donde el estado tuvo que rescatar el 95% de su sistema financiero, los responsables fueron juzgados y hasta el ex Primer Ministro tuvo que responder ante la justicia por su negligencia a la hora de vigilar lo que estaban haciendo los bancos.

Me temo que no veremos a Rodrigo Rato dando explicaciones ante el Congreso y me temo que tampoco veremos a ninguno de los políticos que han formado parte de los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorros explicando qué hacían exactamente allí. Sin salir de Castilla y León tendríamos ya una buena lista de comparecientes de todos los colores para una hipotética comisión parlamentaria.

Óscar Sánchez Muñoz. Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid