El peso de esta crisis no es lineal, no

Brillante, sí. El presidente Herrera bordó, un año más, la presentación del presupuesto público para 2012. Dijo lo que tenía que decir, con una música nada estridente y una letra extraordinariamente pedagógica. Lo que podía explicar, en cuanto a los ajustes, lo explicó: la caída de la recaudación tributaria y una menor transferencia de recursos por parte del Estado. Lo que no podía explicar, lo justificó de un plumazo: su compromiso con los ciudadanos, derivado de las promesas electorales.

A lo mejor, ojalá, es transitorio. Seguro. Pero lo cierto es que la Administración regional se ha convertido ya, de facto, en una empresa prácticamente inviable, cuyo único fin es mantener abiertos los servicios públicos fundamentales. Esa es, ahora, su única razón de ser. Ese fue, precisamente, el gran compromiso electoral del presidente Herrera en 2011. Y ese fue, además, el gran mensaje que transmitió, implícitamente, desde la Sala de Mapas del Colegio de la Asunción, el último viernes de mayo. Por cierto, en un ambiente cargado de austeridad y sin aire acondicionado. Qué calor.

Ya se sabía que este año tocaba otro presupuesto restrictivo. Ya. De hecho, su cifra total se reduce en un 3,24%. Pero el peso de esta maldita crisis no se reparte de forma lineal. Lo dijo el presidente Herrera en su exposición, para argumentar su apuesta por los servicios públicos. Y así es, en efecto.

Mientras el gasto corriente aumenta, incluso (0,75%), las operaciones de capital -las partidas inversoras- se desploman otro 34,5%. Es decir, mientras el sector público acusa algunos recortes (no pocos, ciertamente), las empresas y las familias tributan más y, para colmo, pierden el amparo del estímulo que representa la inversión pública productiva. Esa es la conclusión. Sí.

Al margen de las desviaciones típicas de los presupuestos de estos últimos cuatro años (2009-2012), que reflejan una mayor caída de los ingresos impositivos de lo previsto y un mayor gasto corriente de lo estimado, y eliminando además el efecto del cambio de modelo de financiación de las comunidades (que ha aumentado los ingresos impositivos de 4.000 a 4.600 millones en estos cuatro años)... Al margen de ello, cabe insistir, la evolución de los grandes capítulos reflejan precisamente eso: la supervivencia del sector público y el desamparo en el que se encuentran empresas y familias.

Entre 2009 y 2012, los ingresos no financieros se han reducido un 17% (más de 1.700 millones), pero el gasto corriente ha aumentado en un 4,4%. El gasto de personal, a pesar de los recortes, se ha mantenido en torno a los 3.580 millones de euros anuales, con una ligera tendencia al alza; el gasto en bienes y servicios, a pesar de los recortes, ha aumentado en casi 200 millones; el gasto financiero, en fin, se ha disparado desde los 88 millones de 2009 hasta los 335 millones de este año (un 380% más). Pero el gasto destinado a la inversión productiva, sin embargo, sí se ha recortado de verdad: desde los 2.943 millones de 2009 hasta los 1.247 millones de este año. Es decir, la Administración autonómica dejó de inyectar en estos cuatro años unos 1.700 millones (casi un 60% menos que en 2009).

Pero, ¡oiga!, que nadie se alarme, porque hasta los más optimistas asumen ya en estos momentos la esencia del espíritu de Murphy... El escenario aún puede empeorar.

Manuel Trapote. Periodista.