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Hollande, no nos falles

Hollande, no nos falles

Por Óscar Sánchez
lunes 07 de mayo de 2012, 00:10h
Con la elección del socialista François Hollande como Presidente de la República francesa, la socialdemocracia europea se juega su futuro.

Hasta ahora, la opinión pública europea no ha percibido que la socialdemocracia tenga verdaderamente otra política para enfrentarse a esta crisis. Se les ha visto como una versión light del neoliberalismo, pero no como una alternativa al mismo.

De hecho, en la Unión Europea gobierna, desde siempre, una coalición de centro-derecha y centro-izquierda, sin que haya diferencias significativas en las políticas en función del signo político dominante. Los ciudadanos lo saben muy bien, y si no lo saben, lo intuyen, y por eso mayoritariamente pasan de votar en las elecciones europeas.

Pero la situación actual es especial. Las políticas de austeridad impuestas desde Alemania por la Canciller Merkel, y secundadas con mayor o menor entusiasmo por Sarkozy, están fracasando de forma estrepitosa y si no se corrige el rumbo, la amenaza de la recesión se empezará a materializar, incluso en los países que la han esquivado hasta ahora. Sin hablar de los enormes costes sociales que está teniendo esa política en términos de desmantelamiento del modelo social europeo.

Por eso la elección de Hollande genera tantas expectativas en toda la izquierda europea. ¿Pero estará Hollande a la altura de las expectativas?

El desafío es histórico: si la socialdemocracia europea no logra poner en marcha una agenda política distinta, eso podría suponer su pérdida de significado y, probablemente, el principio de su fin.

Puede que sea la última oportunidad para demostrar que se puede hacer una política pensando en los intereses de la inmensa mayoría de los ciudadanos y no en los intereses de la minoría que maneja los hilos de los mercados financieros.

Puede que sea la última oportunidad de demostrar que el crecimiento y la competitividad son compatibles con el mantenimiento de las políticas de cohesión social.

Puede que sea la última oportunidad para plantear una política fiscal armonizada en Europa, repartiendo de forma equitativa los costes de la crisis, que hasta ahora solo han recaído sobre los hombros de los trabajadores y de los sectores sociales más vulnerables.

Puede que sea la última oportunidad para que, desde la inversión pública, se favorezca un nuevo modelo productivo más sostenible.

Puede que sea la última oportunidad para que Europa vuelva a tener un proyecto común que supere los egoísmos nacionales que han predominado en los últimos años. 

Demasiada responsabilidad para un líder bastante gris, como Hollande, que precisamente no ha destacado por su arrojo o por su capacidad para generar ilusión. Es verdad que su programa tiene algunas cosas interesantes, pero no es, desde luego, un programa radical. Gana, además, por la mínima y con la espada de Damocles de las legislativas del mes que viene, en las que tendrá que revalidar su victoria o arriesgarse a cohabitar con un parlamento más fragmentado que nunca, puede que escorado a la derecha, e incluso con una presencia notable de la ultraderecha.

¿Tendrá Hollande fuerza suficiente, dentro y fuera de su país, para demostrar que otra política es posible? ¿Tendrá fuerza la socialdemocracia europea para demostrar que no está agotada, que todavía tiene ideas?

No nos falles, Hollande.

Óscar Sánchez Muñoz. Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid.
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