Pido perdón

Pido perdón. Así de entrada y en general, que para eso estamos en tiempo de Cuaresma y se supone que es una buena actitud. En primer lugar a la Junta de Castilla y León  porque su campaña, esperpéntica a mi gusto, para promocionar la  Semana Santa, al final no lo es tanto si lo comparamos con lo que se cuece en la mayor parte de las Cofradías de la región. A fin de cuentas a ellas  les fue presentada dicha campaña y ninguna dijo esta boca es mía, al menos delante de quien suelta los dineros, quizá por el temor a posibles recortes.

Al final un poco hipócritas sí que somos, o un mucho, porque lo único que nos importa es que haya fondos suficientes para poner en marcha la gran "cabalgata semansantera" que atraerá a miles de visitantes y, por ende, proporcionará  pingües beneficios en comercios, hostelería y demás establecimientos. ¿Dónde queda la esencia religiosa de todo esto?

Pido perdón a las cofradías por no entender que tenga más importancia que otra cosa, el "attrezzo" que da lustre a cada una de sus salidas a la calle. Por no comprender el por qué se echa pulso a la administración, como ha sucedido en Zamora, y se amenaza con no  desfilar si no hay dinero para pagar a las bandas de música y pido perdón a éstas por no ver claro la necesidad de actuar cual vulgar charanga  por las calles de la ciudad,  mas allá de los días de la Semana Santa.

Evidentemente estoy errado ya que las miles de almas que participan en todo esto no comparten ni un ápice de  mi pobre opinión. Así que un año más tengo localizado ya el punto estratégico de la ciudad donde veré y disfrutaré del gran espectáculo de teatro de calle que se ofrece durante esos días Santos. Con mi bocata, bolsa de pipas, cerveza, caramelos y demás reconstituyentes de ese calibre,  afrontaré  el paso de los santos, que todo hay que decirlo es por lo que la gente se acerca a visitarnos, no nos engañemos.

Algún día hablaremos de eso precisamente,  de cómo muchas cofradías se creen el ombligo del mundo y desprecian procesionar una talla salida de las manos de Gregorio Fernández  o Juni o cualquier otro insigne escultor barroco para cambiarla por nuevas tallas que.....en fin esa será otra historia.

Por cierto, es mi opinión, individual y crítica, conformada por la experiencia de mis años de cofrade, de músico, de actor, vamos que he tocado todos los palos precisos para valorar  de forma objetiva lo que mis ojos perciben durante la Semana Santa. Como dirían mis buenos amigos franciscanos, Paz y Bien hermanos.

Juan Carlos Pérez de la Fuente