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Toros, cultura y política

Por Óscar Sánchez
lunes 19 de marzo de 2012, 22:33h
Leo en el Periódico: "La Junta de Castilla y León ha iniciado el proceso para incoar y posteriormente declarar la tauromaquia y las corridas de toros como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial". La noticia me hace reflexionar en varias direcciones, a veces contradictorias. Cuando me pongo a escribir este artículo soy consciente de que no va a gustar a casi nadie, o sea, que no voy a salir por la puerta grande, pero le echo valor y agarro al morlaco por los cuernos. Va por ustedes.

Primer tercio: la política.

Todo apunta a que la decisión de la Junta no surge de una reflexión interna, sino que es un paso más en la estrategia que el PP nacional puso en marcha, con la ayuda de algunos medios afines, a raíz de la prohibición de las corridas en Cataluña. El casticismo siempre le ha dado buenos réditos a la derecha. Seguimos, pues, la estela de Aguirre, Valcárcel y Cospedal, pero, como de costumbre, Herrera se sitúa en la zona media del pelotón -o debería decir del paseíllo-, cumple la consigna, pero con un perfil bajo. Aquí no hay alardes patrióticos, no se habla de defender España, sino de defender los puestos de trabajo de un sector importante en nuestra Comunidad. Queda más presentable.

Pero, acto seguido, empiezan a surgir los interrogantes: ¿Por qué tanto interés en declarar como BIC los espectáculos taurinos cuando tenemos una enorme lista de monumentos y otros bienes culturales -154, para ser exactos- a la espera de su declaración? El argumento económico empieza a hacer agua ¿Acaso nuestro patrimonio histórico y artístico no es una importante fuente de ingresos y no genera puestos de trabajo que deban defenderse? Indaguemos un poco más: Resulta que se quieren declarar los toros como BIC de carácter inmaterial y esa categoría se encuentra prácticamente inédita en nuestra Comunidad, pues tan solo hay otro bien declarado dentro de ella: la cetrería. ¿No tenemos más patrimonio inmaterial que la cetrería y los toros? Da que pensar.

Segundo tercio: la cultura.

Vale, queda claro que estamos ante un gesto con una clara intencionalidad política, pero eso no nos exime de cuestionarnos sobre el fondo del asunto: ¿Los toros son un bien cultural digno de protección?

La idea del patrimonio inmaterial o intangible surge en el seno de la UNESCO para salvaguardar la "biodiversidad cultural" en un mundo cada vez más globalizado. Tengo claro que los toros son una manifestación cultural, pero también tengo claro que no todas las manifestaciones culturales deben ser conservadas y transmitidas a las generaciones venideras. No creo que nuestra cultura sea hoy más pobre por el hecho de que se hayan perdido tradiciones tan arraigadas como las luchas de gladiadores, la quema de brujas o la esclavitud.

Por tanto, no toda manifestación cultural tradicional merece, per se, ser conservada. No, por supuesto, si choca con los derechos humanos -creo que en eso estaremos de acuerdo casi todos-, y tampoco si se enfrenta a otros principios o valores universales de la civilización. En ese sentido, considero que evitar el maltrato a los animales que tienen capacidad de sufrimiento es un valor universal que debe prevalecer sobre el deseo de preservar ciertas pautas culturales. No creo que los animales tengan derechos, pero sí creo firmemente que los seres humanos seremos más humanos, cuanto mejor sea el trato que les dispensemos.

Se dice que la tauromaquia es un arte y que ha inspirado a muchos artistas. Lo segundo, no lo dudo. Lo primero, no puedo compartirlo. No es lo mismo ser un tema artístico que ser arte. El asesinato también puede ser un tema artístico, pero eso no convierte a Jack el Destripador en un artista. No veo ninguna forma de sublimación en los toros, sino más bien una forma de perversión consistente en obtener placer de la acción de infligir sufrimiento a un animal, aunque se haga con una cierta estética y siguiendo un ritual preestablecido.

Tercer tercio: los toros.

En cualquier caso, se podrá seguir haciendo arte sobre la tauromaquia aunque ésta deje de practicarse. Y estoy convencido de que algún día dejará de practicarse, al menos en sus formas más brutales, porque la sociedad española la rechazará.

Pero no creo que el abandono de esta práctica deba imponerse por ley. En gran parte de España, y sin duda en Castilla y León, la prohibición no funcionaría, a día de hoy, porque no existe todavía un consenso social suficiente. Al contrario, generaría resistencias y probablemente frenaría el proceso de desafección que ya ha comenzado. Es triste, pero es así. De momento, hay que plantear objetivos más modestos: prohibir la entrada de menores a los espectáculos taurinos, impedir que esos mismos espectáculos se puedan emitir por televisión en las franjas de horario infantil o prohibir algunos de los espectáculos más sangrientos, como el Toro de la Vega.

No hay consenso social para la prohibición, pero tampoco para considerar a los toros patrimonio inmaterial, pretendiendo congelar en el tiempo una práctica cada vez más controvertida.

Óscar Sánchez Muñoz. Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid.
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