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Lo real y lo simbólico en la lucha política

Lo real y lo simbólico en la lucha política

En este último tiempo se ha exacerbado la lucha ideológica, la conquista por el mundo simbólico, la guerra por el control del significado de los símbolos, o por su destrucción. Este incremento de la lucha por lo simbólico se da en el marco de un ciclo electoral que por sus características es trascendente para el futuro de la Nación Argentina. Este tipo de combates se desarrollan en variados y cambiantes ambientes y campos de la realidad, pero tiene en los medios de comunicación un escenario privilegiado. Esto es así, por el impacto que esto supone para las conciencias de las personas, a pesar que algunas visiones académico-oportunistas consideran que no es así, que los medios de comunicación no son tan importantes a la hora de configurar una cosmovisión del mundo real. Después de la derrota cultural del liberalismo en década de los ´90´, más que nunca los intereses del enemigo principal de la Nación Argentina y de la mayoría de la población, operan de forma indirecta, financiando emprendimientos y aventuras electorales, circulando infinidad de mensajes al solo efecto de boicotear la realización de intereses que les resultan molestos o contrarios al mantenimiento de sus privilegios. Cuando la lucha electoral entra en una etapa decisiva, este enemigo principal, de por sí movedizo y algo difuso, se confunde aún más en la compleja realidad argentina. Plantea una lucha que es de por sí compleja, confusa y desleal. Los objetivos de la oposición no son explícitos y son en gran medida ajenos a los intereses que dice representar. El gobierno y sus aliados esgrimen la necesidad de profundizar las medidas en dirección al modelo de desarrollo deseado, pero esto supone la transformación de la matriz económica y productiva. Ir a la raíz de aquellos problemas que faltan resolver o encarar es la misión hacia el futuro. La definitiva conformación de una alianza electoral para atraer votos al terreno del oficialismo, no necesariamente reunirá a sectores dispuestos a encarar las modificaciones de la matriz productiva. Propósito que va mucho más allá de los cuatro años siguientes. Por otra parte, los sectores que son el sustento social y la garantía de continuidad del gobierno, no siempre atraen votos. A raíz de nuestra experiencia histórica, sabemos que las políticas de Estado no necesariamente consiguen en lo inmediato un apoyo popular. ¡Ahí la paradoja a resolver! ¿Cómo resolver esta paradoja? En la historia reciente, después de la derrota electoral del 2009 y de la derrota en el parlamento por la circular 125 en el conflicto con el campo, muchos daban por terminada la etapa kirchnerista. Sin embargo, ¿qué hizo el gobierno?: se recostó en los sectores populares aún más, a través de la ejecución de las políticas de Estado en el plano laboral, social, previsional, etc. El resultado es público y notorio, porque lo que se modificó no fue la imagen, sino las condiciones de vida de una gran cantidad de compatriotas. Es necesario luchar denodadamente por alterar la ecuación mediática que ordena desde los medios de comunicación el campo de los diferentes ámbitos de la lucha. ¿Que prioriza la oposición?: la institucionalidad, el republicanismo, la gobernabilidad, la lucha contra la corrupción, inseguridad, etc. “...Hoy se gana las masas mediante un aparato propagandístico, cuyos mayores efectos se apoyan en la apelación a intereses y pasiones inmediatas. La idea de argumentar en el sentido propio de la palabra característica de una verdadera discusión desaparece. Es reemplazada en los debates de los partidos, por un cálculo consciente de los intereses y las oportunidades de poder, y, en lo tocante al trato de las masas, por la sugestión inculcada al modo de carteles y anuncios, o bien -como dice Walter Lippmann- por el símbolo...". Tenemos entonces que el plano ideológico de la lucha a través de los medios de comunicación, tamizados por el ciclo electoral, generan muchas veces una gran confusión en la población. Alianza social, frente político y acuerdos electorales Nada mejor en estos casos que no ir detrás de las noticias engañosas, e intentar reordenar los diversos campos de los enfrentamientos. De esta manera, podremos contar con mayores herramientas para localizar a los contrincantes principales y secundarios, estableciendo el orden de importancia de los intereses en juego. En primer lugar, el gobierno nacional tomando como parámetro la resolución de la doble crisis (política y económica), del 2008/2009 en un contexto internacional desfavorable, tiene que recostarse en sus principales aliados y ampliar todavía más su base de apoyo social. Las políticas públicas de impacto directo en la población trabajadora y en las capas medias, tienen efecto electoral. Es dable ampliar las medidas en dirección al control del sistema de crédito productivo, orientados a empresarios pequeños y créditos hipotecarios para las capas medias. En segundo lugar, es pertinente redefinir y ampliar el frente político con los sectores ya estructurados en función de sus organizaciones profesionales (sindicales, empresariales pymes, profesionales y movimientos sociales). Y en tercer lugar, los acuerdos electorales suelen ser volátiles cuando no son verdaderos ni guiados por la convicción. Aquí, es preciso contar con la plena implementación de la ley de medios audiovisuales, para contrarrestar el vendaval de propaganda y agitación restauradora del relato liberal. A la respuesta inmediata, necesaria, sincera y noble de los medios afines al gobierno, es prudente acompañarla con mayor volumen una respuesta ideológica y cultural que reordene la agenda de prioridades para el país, que pretenden ser impuestas en incontables operaciones de inteligencia y de prensa.
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