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El diálogo social, en tiempo añadido

El diálogo social, en tiempo añadido

  Como en los encuentros deportivos, se ha agotado el tiempo reglamentario pero el plazo previsto aún se prolongará unos días más para dar la posibilidad a que la mesa de diálogo social, que completan sindicatos, patronales y Gobierno pueda ofrecer a la sociedad española el ansiado fruto de la reforma del mercado del trabajo. Hoy por hoy, el optimismo es nulo y las expectativas de que la prolongación de las negociaciones pueda traer consigo algún acuerdo son mínimas. A lo sumo, podría llegarse a una reforma, dicen los analistas, que elaborase el Gobierno y en la que se recogerían parte de los acuerdos que mantienen y defienden "las partes", los sindicalistas y los patronos.

   De momento, la reforma laboral está atascada y parece que el coste del despido, las indemnizaciones, pero también las cotizaciones de las empresas está separando a los interlocutores y negociadores, incapaces de acercar posturas, y cuyas diferencias parecen haberse recrudecido a partir del momento en que el Gobierno ha insistido en que si no llegan a un acuerdo, habría un decreto que llegará en su lugar. Cuentan los cronistas que la mediación del Gobierno, sobre el que se cierne una amenaza de huelga general, ha resultado infructuosa. Y recuerdan que los agentes sociales llevan casi dos años negociaciones sin alcanzar grandes avances. De manera que los próximos días resultarán decisivos y, en todo caso, hay notable expectación ante lo que determinaría el Gobierno en el supuesto, ahora mismo muy probable, de un fracaso final de las negociaciones.

   Cuenta el diario El País que el Gobierno planea un modelo que generaliza un contrato indefinido con despido más barato, una norma que, asimismo, acotará el uso de la temporalidad, y que intentará combinar algunas de las propuestas de sindicatos y patronal. Porque, a estas alturas, el propio Gobierno ya ha señalado que ve muy complicado que se produzca el pacto. De manera que estas reuniones postreras de la mesa entran en la recta final con pocas opciones de acuerdo. Ahora, se ha señalado la fecha del 11 de junio para aprobar la reforma laboral por decreto, tras haber aumentado sustancialmente los temores de fracaso y ante las consecuencias indeseables de tener que legislar bajo la presión de un anuncio de huelga general. Es evidente que el Gobierno trata de agotar las vías para llegar a un acuerdo, por más que insista en que las posibilidades son mínimas.  Pero insiste en que sólo trabaja con el escenario del acuerdo. Podría hacerse un paralelismo entre, de un lado, el Tribunal Constitucional y el Estatuto catalán y, de otro lado, los negociadores sociales y la reforma laboral. En ambas mesas, el esfuerzo de los reunidos, año tras año, conduce resultados insuficientes y los ciudadanos padecen esa impotencia que originan los negociadores. Ni hay sentencia del Estatuto ni hay proyecto de reforma del mercado laboral. La impaciencia crece en ambos campos...


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