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Stalin, Franco y Garzón

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, dijo ayer, en una entrevista concedida al diario Izvestia, algo que había resultado hasta ahora inconcebible a lo largo de los últimos gobiernos de Rusia y los de la antigua Unión Soviética: Joseph Stalin, que lideró la inmensa URSS durante muchos años, y durante la II Guerra Mundial, es “culpable de imperdonables crímenes contra su pueblo”. Rusia celebra este domingo el 65º aniversario de la victoria en aquella contienda. Medvédev acaba de tomar partido en la polémica desatada en Rusia sobre si este país debe o no rendir homenaje al dictador soviético.

“Stalin cometió crímenes masivos contra su propio pueblo y a pesar de que trabajó mucho, a pesar de que bajo su dirección el país logró éxitos, lo que hizo con su pueblo es imperdonable… Stalin no despierta ninguna emoción cálida en el mundo... En ningún caso se puede afirmar que el estalinismo regresa a nuestra vida cotidiana. Eso no sucede ni sucederá… Queremos que a los archivos puedan acudir tanto los ciudadanos rusos como los extranjeros… Nosotros permitimos la falsificación de la historia y la verdad debe al fin y al cabo ser presentada a nuestra gente y a los ciudadanos extranjeros que estén interesados… El régimen que se formó en la URSS sólo puede calificarse de totalitario… En él se sofocaban los derechos y libertades elementales”. Estas son algunas de las afirmaciones que acaba de hacer Medvédev en este en entrevista.

¿Qué pasaría en España si donde dice Stalin se escribiera Franco y donde dice Medvédev se dijera Zapatero? Medvédev se ha decantado por abrir los archivos históricos de esa época. Baltasar Garzón estaba intentando abrir los archivos históricos de la dictadura de Franco (por cierto, enemigo acérrimo y en las antípodas “ideológicas” de Stalin), basado en una Ley de Memoria Histórica que le avala. Al igual que en España, en Rusia también se han producido durísimos -e inevitables- debates sobre la resurrección de la memoria del régimen de Stalin. Hasta los jerarcas de la Iglesia ortodoxa rusa se han expresado, curiosamente, en contra del dictador soviético, cosa que los jerarcas de la Iglesia española jamás osaron hacer, ni siquiera en los tiempos del autocrítico cardenal Tarancón, cuando una Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes fue abortada tras plantearse una valiente propuesta en este sentido. La iglesia ortodoxa y otras organizaciones de la actual Rusia quieren que se condene a Stalin, no sólo moral y políticamente. También jurídicamente.

En una hora en que están saliendo a la luz los crímenes de personajes políticos tan tabúes como han podido ser VidelaPinochet en el terreno político, y el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, en el terreno eclesiástico, la toma de postura del actual dirigente ruso es toda una campanada a la opinión pública española acerca de un personaje que quebró la paz y la vida de este país durante casi 40 años.
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