Vistalegre: Javier Cortés, un buen torero de clase y un mal matador

ZALDUENDO/PINAR, TENDERO, CORTÉS.
Toros de Zalduendo, bien presentados, flojos, nobles y mansos excepto 1º. Rubén Pinar: silencio; ovación tras aviso.- Miguel Tendero: palmas; ovación y saludos. Javier Cortés, que tomaba la alternativa: ovación tras aviso; vuelta al ruedo por su cuenta tras aviso.- Plaza de Vistalegre. 21 de febrero. Un tercio de entrada
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Vitola de futuro tiene Javier Cortés, el último producto destacado de esa magnífica Escuela de Tauromaquia de Madrid. Al menos en cuanto a su toreo: sobre el denominador común de la máxima entrega y rabia novilleril, aporta clasicismo a raudales con pañosa y peral, e incluso un cierto pellizco que conecta con el público.

Pero... con las ramas toricidas es un desastre, y no de esta tarde de su alternativa en la que pudo haber salido a hombros de Vistalegre, pues para su desgracia ya se ha cerrado otras puertas grandes de más peso como la de Las Ventas. Y no basta con ser un coletudo de empaque y ortodoxia, también hay que hacer a su carné de matador de toros.

Hasta 17 descabellos sumó Cortés -6 y 11- frente a sus dos enemigos, los más potables de un encierro con poca casta. A estos desaciertos hay que sumarles los de la tizona, también mal usada, claro. Pero, en cualquier caso ahí dejó una buena imagen de chaval que pide sitio y puede plantar cara a las figuras. Falta le hace a la Fiesta.

Sus dos compañeros de cartel, también jovencísimos, los albaceteños Rubén Pinar y Miguel Tendero, poco pudieron alborear con el escaso juego, a tono con su justeza de fuerzas de la casi infumable corrida de Zalduendo, puro Domecq, puro. La mataron con profesionalidad e incluso un punto de frialdad y a esperar tiempos -léase bicornes- mejores.