En pocas semanas, el Rey Don Juan Carlos ha recuperado terreno. Lo de este fin de semana en Chile quedará para las videotecas, pero estoy seguro de que el noventa y nueve por ciento de los españoles apoya a un Rey que rechaza en un foro internacional los insultos a sus nacionales y a las empresas españolas que están llevando riqueza y empleo a Hispanoamérica, insultos provenientes de un atrabiliario presidente venezolano y de otros que le secundan. Chávez, Daniel Ortega, el sandinista que ha vuelto ahora elegido democráticamente, o Evo Morales, ahora que Fidel Castro está de baja, se han destacado en los ataques contra España, contra alguno de sus políticos y contra las empresas españolas, incluido el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. Y el Rey, de acuerdo con el presidente del Gobierno, decidió no aguantar más.
Es posible que así nos respeten más en un futuro o, al menos, que sepan que España no va a callar. No tenemos que pedir perdón por haber conquistado América ni por haber llevado allí una cultura, una lengua que hoy hablan cuatrocientos millones de españoles, o una fe. No tenemos que pedir perdón por haber llevado a la América hispana a la modernidad ni por haber mezclado su sangre y la nuestra. El descubrimiento, con todos sus errores, no se puede juzgar desde la perspectiva de hoy. El mundo era otro mundo, especialmente aquél. Y tampoco hay que pedir perdón porque muchas empresas españolas hayan acudido estos años a una Hispanoamérica casi en quiebra a empujar su desarrollo, a crear empleo y riqueza y, por supuesto, a sacar legítimos beneficios.
Decía Norman Mailer, el escritor norteamericano recientemente fallecido que “Godard es la tercera persona más tonta que conozco; la segunda, Reagan; Bush gana a todos”. Yo conozco a muchos cantamañanas, pero, posiblemente, Chavez encabeza el ranking, eso sí muy disputado. Un dato: Evo Morales no acudió a la cena de bienvenida de la cumbre de Chile porque se fue a jugar un partido de fútbol. Unas consideraciones finales. Haría bien el Gobierno en tener una política seria en Hispanoamérica, asignatura pendiente y olvidada en las últimas décadas. Haría bien el PP en dejar el enfrentamiento por una vez y dar las gracias a Zapatero por haber salido en defensa pública de Aznar. Haría bien Aznar, que como dice la incisiva Carmen Rigalt cada vez se parece más a Lauren Postigo, en callar un poco. Y tampoco estaría mal que Gaspar Llamazares dejara de aplaudir a los cantamañanas de izquierdas y de defender a las dictaduras fascistas americanas donde la libertad sólo existe para unos pocos, los ciudadanos siguen siendo súbditos y los presidentes, incluso los electos, caudillos.