red.diariocritico.com
El martes en que cayó fuego del cielo

El martes en que cayó fuego del cielo

Chile evoca los 34 años de ese martes 11 de septiembre, que en 1973 llevó al general Augusto Pinochet a tomarse el poder tras el cruento golpe contra el presidente socialista Salvador Allende. Un recuerdo que coincide con otras imágenes terroríficas: los atentados que hace seis años sacudieron a Estados Unidos y al mundo, cuando tres aviones repletos de pasajeros y guiados por pilotos suicidas se estrellaron contra las Torres Gemelas, en Nueva York, y las instalaciones del Pentágono, en Washington.

La coincidencia no deja de ser sorprendente.

En Chile son las 9 y media de la mañana de ese martes cuando los tanques inician el ataque al Palacio de La Moneda, símbolo de la vida republicana de una de las democracias más antiguas del continente americano.

En Estados Unidos son las 9 y media de la mañana cuando la primera de las dos Torres Gemelas se derrumba. Poco después cae la segunda torre y el mundo atónito observa por la televisión cómo se desploma el símbolo de la vida económica de la nación más poderosa del planeta.

En Santiago los relojes marcan el mediodía de aquel martes 11. Aviones hawker hunter de la Fuerza Aérea bombardean La Moneda. En su interior, el presidente Allende se suicida con un fusil que le había regalado su amigo, el presidente cubano Fidel Castro. Pero en su último mensaje difundido por Radio Magallanes, vaticina que “mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

En Washington llega el mediodía de ese martes 11 y el presidente George W. Bush, anuncia una “guerra frontal contra el terrorismo”. Los ataques al World Trade Center han dejado casi 3.000 muertos, muchos de los cuales quedaron bajo los escombros de las torres y siguen desaparecidos.

En Chile, tras el derrumbe de su democracia y la “vía chilena al socialismo”, la dictadura militar implanta el Estado de Sitio y el Toque de Queda. El terrorismo de Estado se impone durante 17 años y deja más de 3.000 muertos, un tercio de los cuales aún permanecen desaparecidos. Y cuando el calendario señala que han transcurrido 34 años de aquella mañana, los tribunales de justicia aún investigan para sancionar a los culpables. Pero el principal acusado, el general Pinochet, murió sin recibir condena el pasado 10 de diciembre, el mismo día en que la Organización de Naciones Unidas aprobó en 1948 la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

Seis años después del ataque a las torres, que sembró el pánico en Nueva York, Estados Unidos aún busca a los autores de los atentados. Y el principal acusado, Osama bin Laden, sigue oculto en algún lugar del planeta Tierra.

Para los chilenos y la gente informada de Estados Unidos no es un secreto que la intervención norteamericana, a través de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) fue decisiva para derrocar al presidente Allende. Eran los tiempos de la “guerra fría” entre el “mundo libre” que encabezaba Estados Unidos y el “bloque socialista” encabezado por la Unión Soviética. Washington no estaba dispuesto a permitir que en América del Sur surgiera un país socialista, una “segunda Cuba”.

Pero en los tiempos actuales, las crudas escenas del fuego que cayó del cielo, en Santiago y Nueva York, reflejan la culminación de un proceso de intolerancia, que todavía persiste. El recuerdo de lo que ocurrió hace 34 años de nuevo estalló de manera violenta en la capital chilena, con manifestaciones en las calles, represión policial y más de 150 detenidos. En Estados Unidos el presidente Bush sigue empeñado en sofocar al terrorismo en Irak, donde nunca aparecieron las fábricas de armas nucleares que justificaron la invasión, el 20 de marzo de 2003.

El 11 de septiembre chileno generó una división que todavía se mantiene dentro de la sociedad, donde la figura de Salvador Allende aparece reivindicada por el heroísmo con que defendió su utopía. Otro sector, cada vez más minoritario, rescata la imagen de Pinochet como el salvador de la Patria en una guerra interna contra el comunismo.

El 11 de septiembre norteamericano creó una división no sólo dentro de Estados Unidos, sino a lo largo y ancho del mundo. Hay quienes creen que Bush tiene razón en su guerra contra el terrorismo. Otros, en cambio, observan con alarma que Estados Unidos utiliza su poderío militar para extender su influencia sobre vastas zonas del planeta, ahora que ya no hay ningún adversario, como en los tiempos de la “Guerra Fría”.

------
Enrique Fernández
Periodista
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios