La realidad incómoda

Mariano Rajoy tiene una virtud que en política se considera un defecto: miente fatal. Cuando no se cree algo que está diciendo, se le nota muchísimo. Y eso es lo que, en mi opinión, le ha pasado durante la visita que ha hecho esta semana  a las playas de Ibiza afectadas por el vertido del "Don Pedro". Electoralmente hablando, al PP le vendría como anillo al dedo que aquello fuera "el Prestige II" para devolverle al PSOE "la pelota" y sobre todo la demagogia con que los socialistas fustigaron sin piedad al Gobierno de Aznar aquel diciembre; pero aunque Rajoy se esforzó en ceñirse al guión que le había preparado su equipo de marketing electoral, "sonó" poco creíble en el papel de culpar al Gobierno de la "catástrofe" por la sencilla razón de que, por suerte para Ibiza, el "Don Pedro" no es "el Prestige II". No lo es

El afán del actual Gobierno socialista por minimizar los daños del accidente del "Don Pedro" es muy parecido al que mostró en su día el Gobierno popular por disimular los efectos del accidente del "Prestige"; esto no ha cambiado. Y otra cosa que no ha cambiado es la manía de los ministros de ponerse a dar ellos (ahora, ellas) explicaciones "técnicas" ante los micrófonos y las cámaras de televisión en vez de confiarle esa delicada tarea a los buenos técnicos de Fomento o de medio Ambiente. Rajoy (vicepresidente del Gobierno entonces) con sus "hilillos de plastilina" consiguió, en mi opinión, lo que ahora está consiguiendo la ministra Magdalena Álvarez: confundir y asustar más a la gente. ¿y además hacer el ridículo? Me temo que sí. Y, en el caso de la ministra de Fomento, "en estéreo"; es decir, añadiendo a la salsa contradicciones más que llamativas sobre si el vertido ha llegado al parque natural de Ses Salines entre su versión (que no) y la versión (que sí) de su compañera de Medio Ambiente

 De estas dos lecciones por aprender, la segunda creo que tiene mejor pronóstico que la primera. ¿Recuerdan la crisis de "las vacas locas"? La alarma social no dejó de crecer hasta que los ministros cedieron la palabra a un gran técnico que también resultó ser un gran comunicador, el profesor Badiola. Como entonces pudimos comprobar, una información veraz y ajustada a la realidad de la amenaza en la voz de alguien creíble es el mejor antídoto contra el alarmismo. Que los políticos acepten como real la realidad, sin embargo, me parece casi imposible de conseguir. Aunque no todos "mientan" igual de bien, todos intentan "disimular" cuando es "a ellos" a quienes se les hunde el barco.