Crónica de una firma

Arriba, en la cuarta plante del Parlamento, Lola Gorostiaga prepara las notas para una conferencia de Prensa en la que no se esperan sorpresa. Para sorpresa, la que tanto Revilla como Gorostiaga han tenido por la mañana al leer en El Diario Montañés una película de las negociaciones entre ambos partidos para sellar un nuevo pacto que nada tiene que ver con la realidad de los hechos. Las delegaciones socialista y regionalista toman asiento en la sala de Comisiones, en un espacio minúsculo donde se agolpan firmantes y periodistas. Estos doblan a los negociadores. Las cámaras de televisión no hacen ruido, pero si los clips de los fotógrafos. Hay momentos que parecen disparos. Pero las únicas balas son las que salen de la bancada periodística en forma de preguntas. Pocas y sólo para obtener precisiones sobre el asunto estrella del pacto: las comunicaciones por vía férrea con Madrid y Europa. A algunos periodistas les interesa saber cuánto vamos a tardar en llegar a Madrid. Nadie pregunta qué planes tienen el Gobierno para vincularnos a Europa. La Y vasca es lo que tiene, aún no ha calado. A Madrid viajan viajeros que practican ocio, necesitan de la administración central o funcionan con empresas multicéntricas. A Europa viajan cerebros y mercancías. Si todo marcha como está previsto al fin de esta legislatura Cantabria estará en el mapa de Europa. En la pasada Revilla nos puso en el mapa de España. No es que al presidente saliente y entrante las cosas pequeñas no le interesen, pero hay reparto de discurso. Revilla habla de las cosas y Gorostiaga de las gentes. Dice que el pacto se hace para que Cantabria progrese, para que los cántabros sigan mejorado sus condiciones de vida. Lo creo.