¿Algún golpe de pecho?

Parece ya fuera de toda duda que ETA estaba preparando atentados contra personalidades notorias. Eso es lo que nos han dicho, sin facilitarnos demasiada información suplementaria, sin mayores explicaciones. Aterra pensar la falta de información que tenía, al parecer, nuestro Gobierno cuando hace apenas tres meses nos decía, por boca del presidente nada menos, que este año iba a ser mejor desde el punto de vista de la paz y el cese del terror. Luego fue el director general de Policía y Guardia Civil quien minimizó el alcance de un hallazgo alarmante, después el secretario de Estado de Seguridad, contradiciéndose con el consejero vasco de Interior en cuanto al peligro de un atentado cercano…¿Es que nadie en el Ministerio de Interior tiene que darse algún golpe de pecho? Porque no es solamente que no se informe acerca de lo que se tiene que informar; es que se está sembrando la confusión, y una cierta inquietud renace entre los españoles a cuenta de lo que pueda hacer ETA, esa ETA a la que dábamos -y yo el primero- por prácticamente desactivada y con ganas de negociar.

Me parece que hemos fallado todos en este terreno, tan resbaladizo, tan doloroso. El Gobierno, por analizar mal, muy mal, los datos con los que contaba, por no haber sido más claro en lo que pretendía hacer o dejar de hacer y por no haber sabido atraerse a la oposición. La oposición, por haber hecho electoralismo con tema tan sensible, por haberse instalado en el ‘no a todo’ y por no haber facilitado la aproximación al Ejecutivo de Zapatero, aunque forzoso sea decir también que los diagnósticos pesimistas de Rajoy se han venido cumpliendo hasta el momento. Entre los nacionalistas vascos se evidencian dos tendencias, que tampoco han sabido acercarse, dejando que los rencores se impusiesen sobre el deber principal, garantizar el bienestar y la tranquilidad de los ciudadanos, que somos quienes pagamos a los partidos. También hemos fallado, me parece, los medios, desconcertados, tantas veces sectarios, excesivamente optimistas o pesimistas en demasía, según los vientos que nos animasen a quienes hemos de escribir de esto.

Claro que la mayor responsabilidad recae, en primer lugar, sobre ETA, débil y desgarrada, pero siempre sanguinaria, siempre equivocada en sus últimos objetivos utópicos e imposibles. Ya no sé si se da una tal división como nos dicen en la banda del terror; lo que sé es que ni siquiera debe importarnos. No merecen nuestra confianza, y han desaprovechado la mano que, contra el criterio de una buena parte de la población, les ha tendido el Gobierno Zapatero. Y, en segundo lugar, no poca culpa de cuanto está pasando tiene esa Batasuna desnortada, que utiliza el palo y la zanahoria, la cal y la arena, siempre a destiempo, creyendo que la vida política puede girar en torno a personajes como Otegi, Permach o Barrena, que se comportan con una chulería desafiante que resulta ya del todo insoportable.

Desconozco, claro, cuáles serán los próximos pasos a dar por la banda y por su brazo político. Tal vez acaben produciendo ese comunicado que Zapatero espera como agua de mayo, pero los hechos han desmentido ya cualquier palabra alentadora que pudiera salir de la banda del horror.  Ya ese presunto comunicado, si es que llega, vale de muy poco. Solamente con acciones contundentes a favor de la paz, del fin de la bravuconería, podría reconducirse el camino. Lo demás, la línea a seguir ahora, corresponde decidirlo a este Gobierno que nos tiene como en vilo.