La crispación

La crispación es ese estado de tensión política electrizada entre los dos grandes partidos que siempre se da cuando el PSOE está en el poder y el PP aspira a sustituirle. Cuando los papeles están invertidos, los socialistas pueden empapelar España con carteles llamando 'asesino' al presidente del Gobierno o convocar manifestaciones ante las sedes de los populares apelando a su justa indignación o los supuestos abusos de poder por parte del PP. Pero crispación, qué va. Nunca.

   Crispación es que el PP se sume a la convocatoria de la manifestación de ayer en Pamplona. Crispación no es que el PSOE convoque la manifestación de Madrid contra la guerra de Irak. Por lo tanto, y a partir de estas premisas, las manifestaciones en las que Rajoy lleva la pancarta son citas irresponsables para intentar explotar políticamente el sentimiento de dolor de las víctimas del terrorismo. Pero las manifestaciones con socialistas a la cabeza simplemente recogen el sentimiento popular a favor de la paz mundial y contra los abusos militares del imperialismo yanqui. Por eso, y continuando con toda esta lógica que parece inventada por Rubalcaba si no lo es, el PSOE tiene el deber de denunciar la hipocresía del PP cuando llama a la gente a manifestarse; pero el PP tiene que quedarse calladito cuando el partido rival organiza una manifestación para denunciar lo que ellos hicieron cuando estaban en el poder.

   Si echamos la vista atrás, no más atrás que la llegada de la democracia a España, comprobaremos que, igual que en otro país cualquiera, la manera que tiene la oposición de que la gente se entere de sus críticas al Gobierno y sus propuestas alternativas es alzando la voz. Y la forma en que un Gobierno actúa dentro de las normas democráticas es aceptando esas críticas y esas subidas de tono como inevitables. ¿Recuerdan las barbaridades que Felipe González y Alfonso Guerra decían de Adolfo Suárez? ¿Y la manera en que Suárez las aguantó? Por las mismas, Aznar llevó a cabo una fuerte ofensiva dialéctica contra González, acelerando su declive, pero los socialistas se inventaron entonces la palabra 'crispación' para tratar de deslegitimar lo que hacía el PP. Dada la vuelta la tortilla, merece la pena recordar la feroz oposición desempeñada por Zapatero contra Aznar, sin que a este ni a su Gobierno se les ocurriera alzar la voz contra quienes se manifestaron contra ellos.

   De todo lo cual se deduce que eso que conocemos como 'la crispación' es la situación política de alta tensión que se produce cuando el PSOE gobierna sin aceptar que el papel del PP en ese caso es el de ejercer la oposición.