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Otra vez el síndrome

Otra vez el síndrome

El abismo nos sigue con insistencia. Es la sombra que persigue al Estado boliviano con persistencia. Sucedió en octubre de 2003, en el cabildo cruceño de enero de 2004, con la renuncia y sucesión constitucional de Carlos Mesa en mayo­junio de 2005 y luego con la redistribución de escaños en octubre de 2005. En todas esas ocasiones parecía que finalmente daríamos el paso adelante… al fondo del despeñadero, y sucedió lo contrario: la salida pacífica se impuso. Y suspiramos aliviados.

Hoy estamos en una situación similar. La polarización entre gobierno y oposición política y cívica parece que nuevamente requieren ver la garganta intimidadora del abismo para encontrar una salida pactada y evitar el precipicio. Visto de esta manera, el abismo es nuestro demonio pero también nuestro ángel de la guarda: está ahí para desalentar las salidas violentas, porque les permite a los actores en pugna calibrar los riesgos y los costos de los cursos de acción a seguir.

La medición de fuerzas se ha dado, si se desencadenan el resultado sería desgarrador. Santa Cruz no debe perder el norte, avanzar en el proceso autonómico, pero evitar que su bandera se manche de separatismo –un verdadero error estratégico–. Esa es su ruta histórica, y requieren de sensatez y paciencia. No se toma el cielo por asalto. (Y el resto de los prefectos de la "media luna" deben asumir su papel de prefectos y no de reyes pequeños.) El gobierno debe cesar en la polarización y asumir el rol que le asigna la historia: llevar adelante un proceso de cambio con reconciliación. O sea, una tarea titánica. No sólo llevar el proceso de cambio, sino hacerlo recomponiendo heridas y fisuras. Y si el MAS en su proceso de desarrollo tuvo una gran visión y olfato para recoger las banderas que se iban levantando desde las bases sociales; hoy tampoco debe evitar recoger esta otra: llevar, en todo el sentido de la palabra, al país un paso adelante. Más igualdad, pero también más fraternidad. La libertad ya la hemos conseguido y la estamos disfrutando.

La Buena Sociedad es un tejido laborioso de estos tres valores supremos que los entregó, generosa y lúcida, la revolución francesa al mundo. Ni uno ni otro, menos unos contra otros, los tres juntos construyen un Estado sólido, próspero y armonioso.

La noche cae, cuando la esperanza decae en nuestros corazones.
 

César Rojas Ríos, sociólogo, comunicador social y ensayista. Ha escrito
"Angeles decapitados. La situación de los medios masivos en Bolivia", "Los
campanarios de la ira", "La ciudad vagón. Los hilos negros de la Ciudad
Blanca", el "Sacro objeto. Televisión y entretenimiento".

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