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Argentina y Brasil: política e ideología

Argentina y Brasil: política e ideología

Por Amílcar Salas Oroño
martes 11 de diciembre de 2012, 23:05h
Más allá de las diferencias culturales y al margen de algunas disputas comerciales previsibles dado el contexto internacional, puede afirmarse que ambos países, sus gobiernos, enfrentan problemas parecidos que los empujan a decisiones que los acercan cada día más.

 
 "Mirar nuestros problemas a la luz de cómo se presentan situaciones semejantes en el país vecino puede ser una oportunidad para encontrar respuestas frente a los desafíos democráticos del presente: mirar al otro para entendernos a nosotros mismos"
 
Muchas veces se ha insistido con la dificultad que presenta el observar comparativamente a la Argentina y Brasil. Es cierto, hay elementos bien distintos: el substrato idiomático, las colonizaciones española y portuguesa, la instalación de fuerzas productivas dispares.

Las diferencias están, son reales, incluso respecto de aquellas circunstancias históricas sobre las que se edificaron sus procesos políticos más recientes: si el kirchnerismo se afirmó (para luego revertirlo) sobre un terreno crítico en términos de legitimidad democrática, el del bienio 2001-2003, la primera victoria presidencial de Lula, en el 2002, se dio en el marco de un sistema político medianamente estabilizado y simplificado, con actores definidos. Diferencias hay, sin dudas, como para ser cautos a la hora de establecer generalizaciones.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, y al margen de algunas disputas comerciales previsibles dado el contexto internacional, puede afirmarse que ambos países, sus gobiernos, enfrentan problemas parecidos que los empujan a decisiones que los acercan cada día más. En ese sentido, mirar nuestros problemas a la luz de cómo se presentan situaciones semejantes en el país vecino puede ser una oportunidad para encontrar respuestas frente a los desafíos democráticos del presente: mirar al otro para entendernos a nosotros mismos.

PARLAMENTARIZACIÓN Y JUDICIALIZACIÓN DE LA POLÍTICA

La escandalosa resolución de la Sala I de la Cámara Civil y Comercial se convierte en un detalle minúsculo de sainete judicial si se lo compara con la actuación de la Corte Suprema de Justicia del Brasil durante este año a propósito del juzgamiento de lo que se denominó "mensalao". No sólo por la sobrevalorada exposición mediática que tuvieron los supremos brasileños sino también por las absurdas argumentaciones que dieron en sus veredictos individuales, la falta de pruebas, la ausencia de procedimientos, etc.

Tanto en Brasil como en la Argentina la actuación del Poder Judicial se convirtió en un refugio activo para las diferentes "oposiciones" políticas, que salieron a potenciar los dislates jurídicos con el objetivo de lograr un impasse a los Gobiernos; en el caso brasileño, en plena campaña electoral. Los mismos efectos corrosivos tuvieron las puntales arremetidas promovidas, en quirúrgicas circunstancias, desde los respectivos Parlamentos nacionales: por ejemplo, en el "conflicto con el campo" o ante la sucesión de M. Redrado al frente del Banco Central, y con el intento de juicio político a Lula en el 2005 o durante el período previo a la renuncia de A. Palocci al frente de la Jefatura de Gabinete de Dilma. Esta parlamentarización de la política, cuya marca registrada también se constató en Honduras y Paraguay, tiene, como la judicialización, un objetivo preciso: quitarle legitimidad a las decisiones del Poder Ejecutivo, a la potestad democrática de los Gobiernos en sus definiciones respecto de los asuntos públicos.
Tanto en Brasil como en la Argentina la actuación del Poder Judicial se convirtió en un refugio activo para las diferentes "oposiciones" políticas

IDEOLOGÍAS DE MERCADO

De un lado, los Poderes Ejecutivos, con su gama de políticas afirmativas y su extensión de derechos civiles, políticos y sociales. Del otro, las "oposiciones" que, por intermedio de los medios de comunicación, intentan construir determinadas ideologías (parlamentarias o judiciales) - aprovechando ciertas "actuaciones" de estos dos Poderes- para desestructurar la iniciativa de los Gobiernos. Detrás de las fórmulas de que "todo debe pasar por el Parlamento" o "la República es el Poder Judicial", lo que hay, en el fondo, es un hecho inequívoco: la frustración de las elites y los sectores tradicionales por no poder componer expresiones políticas competitivas.

Éstas han perdido capacidad de proyección propia, por eso se refugian en Instituciones que les permitan construir determinadas ideologías que, en tanto su núcleo programático es volver hacia una "armonía natural de los intereses", no cabe otra cosa que clasificarlas como "ideologías del mercado".

Argentina y Brasil han ido a contramano hasta hace muy poco y quizás lo sigan haciendo en muchos temas por un buen tiempo. Lo interesante hoy en día es la conexión de perspectiva que hay entre sus proyectos políticos, entre kirchnerismo y lulismo. Los ambientes políticos empujan a los Gobiernos a parecerse cada vez más: de un lado, por ejemplo, la nacionalización de YPF trajo una nueva forma de comprender lo que puede resultar de una proyección empresarial del propio Estado, a la manera de Petrobrás; del otro, la Comisión de la Verdad sobre los derechos humanos durante la dictadura brasileña va permitiendo, como se ha logrado en nuestro país, que los imaginarios sociales vayan depurando sus elementos más retrógrados y autoritarios.

Entre los socios grandes del Mercosur lo que hay, de hecho, es una real integración política, de programa. En ese sentido, las decisiones "tácticas" que vienen tomando cada uno de los Gobiernos para sus realidades nacionales se parecen cada día más a las de su vecino, lo que da aún más crédito a la elaboración de un compartido rumbo "estratégico".













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