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¡Ojo con los chinos!

Por Manuel Suárez Suárez
sábado 19 de noviembre de 2011, 22:07h
La barra de la esquina está comentando que los productos chinos invaden el Uruguay. Discuten un poco sobre si el achinamiento es una enfermedad curable o incurable. Creen que son las grandes coimas a gobernantes corruptos las que les abren de par en par, puertas y ventanas.

Pocho: A mi me parece  ---desde mi ignorancia--- que los consumidores son los más favorecidos con la invasión de productos "Made in China". Si necesitás un destornillador lo podés comprar por cinco pesos y antes te costaba quince. Se entiende que la calidad es mala pero a mi me sirve porque lo utilizo dos veces al año para cambiar un enchufe o para apretarle el mango a la sartén.

Tito: Como vos decís, está claro que te ahorrás unos mangos. Otro tema es el considerar que tampoco tenés un destornillador duradero y al final no es tan barato porque enseguida se estropea. Si fuese hecho con una buena aleación metálica sería para toda la vida. Sin pensar en que el ahorro tuyo jode nuestras fábricas y despiden trabajadores.

Don José: Bueno, muchachos, la verdad es que la mano viene jodida. Habrá que pedirle ayuda al viejo Mao que todavía sigue teniendo cierta infuencia en China aunque ahora está ocupado allá arriba con su reparto masivo de puteadas a troche y moche en contra del binomio antisocial de empresarios-dirigentes que explotan en su beneficio al disciplinado pueblo chino. Cuentan que al boludo de Deng le metió un piñazo que lo escondió detrás del respetable Confucio que había venido a poner un poco de paz.

Pocho: A mi me gustaría saber si mejoraron las condiciones de vida del pueblo chino. Quiero pensar que una parte de lo que exportan retorna a ellos convertido en beneficios sociales. Si no es así, el futuro inmediato se puede oscurecer con graves conflictos porque algunos millones de laburadores se avivarán al ver que simplemente agarran las miguitas que se cayeron del pastel.

Tito: Lo que la prensa internacional vende es que avanzaron muchísimo. Hay obras por todos lados y mucha tecnología. Nadie critica ni menciona que es una dictadura y no se abre la boca para pedir la libertad del arrestado Premio Nóbel de Literatura. Mas allá de algún actor famoso de Hollywood no se presiona para que cese la invasión del Tibet. Se impone el negocito hipócrita de los plastiquitos que le compramos para después pedirle un préstamo a bajo interés.

Don José: Por ahí va la bocha, muchachos. A ustedes no les venden serpentinas de colores. Ojalá me equivoque pero el sistema ecónomico chino de carácter pre-capitalista --- es decir, esclavista--- no tiene pinta de buscar ascender e incorporar a la llamada clase media a millones de sus ciudadanos. Lo que se vislumbra con más nitidez es que cada día surge un nuevo chorro que se compra un Rolls Royce. El gigante asiático lo controlan unos  aristocráticos dirigentes que deberían estar labrando campos en el noble oficio de cultivar arroz pero cegados por el lujo son ahora los nuevos miembros de la desaparecida casta imperial.


Pocho: Se me acaba de ocurrir una idea. A ver que les parece mi propuesta para frenarlos. Yo digo que tenemos que ir allí a las más importantes ciudades e instalar una serie de establecimientos llamados "Don Chinchulín". Se trata de una cadena gastronómica para promocionar los chinchulines de nuestras vacas y ovejas. Solamente venderemos chinchulines en tres especialidades culinarias: a) A la brasa; b) Al horno; c) En guiso. El único acompañamiento serán las papas de Tacuarembó para hacerle un poco de propaganda al lugar de nacimiento de Gardel.

Don José: Parece un chiste pero está bien pensado. La iniciativa tendrá éxito, si la podés concretar, porque utilizás un insumo de muy bajo costo. Te propongo que pensés en servir siempre las comidas calentitas y escuchando por el hilo musical al Zorzal cantando temas del gayego Alonso y Trelles. Mañana mismo me acerco al consultorio de mi querida Blanca. Ustedes conocen bien a mi dentista y saben que al escucharme se reirá y pensará que le estoy haciendo un verso. Le propondré si quiere poner unos mangos en la nueva empresa chinchulinera. Lo que tengo claro es que con su sonrisa enloquecería a los chinos  y vendería ella más en una hora que nosotros todos en un mes.

 Manuel SUÁREZ SUÁREZ   
 EN LA ESQUINA MONTEVIDEANA
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