Unión del Pueblo Vasco

Lancé la idea en dos líneas de otro artículo que analizaba los últimos resultados electorales en Euskadi; el estallido de Bildu con el PNV perdiendo la hegemonía nacionalista en Guipúzcoa y los partidos constitucionalistas lastrados por personajes que gobiernan en Madrid o Valencia; ha sido el caso puntual del desastre del PSE, y es el crónico de los populares, marcados de forma interesada en los ámbitos nacionalistas con el estigma del franquismo. Por ello sugerí, y repito, que creo necesario un nuevo partido vasco. Declaradamente constitucionalista y autonomista, pero identificado desde el principio con el territorio de las tres provincias vascas y con caras nuevas en la política. Y sólo con ellas. Aunque debería defender programas y posturas similares (que no iguales) a las de UPyD, este partido no vale; Rosa Díez arrastrará toda su carrera su pasado como socialista y el PSE el sambenito de los GAL. Su pasado como Consejera de Comercio y Turismo con el gobierno de Ardanza le hace también muy vulnerable a las acusaciones del PNV, que siempre le reprochan sus silencios aquiescentes cuando gobernaba sobre los mismos asuntos que ahora critica desde la oposición. Además, UPyD se presenta en toda España, y en el País Vasco hace falta algo más identificado con el ámbito local. Incluyéndose un, o una líder con dominio del euskera, si es posible, y aunque parezca mentira a estas alturas con apellido de raigambre euskalduna. A fin de cuentas no sólo los “birthers” pueden volver loco a Obama con sus certificados de nacimiento. Una referencia más útil que UPyD, como ya dije en su día, es UPN en Navarra; la lista más votada en esa comunidad y que acaba de pactar con los socialistas la presidencia para Yolanda Barcina, quedándose con 5 consejerías para su partido. Otras 3 han sido para los socialistas. Es un inteligente movimiento que refuerza la imagen centrista de la Unión, antes representante de los populares en Navarra. Una Unión del Pueblo Vasco atraería a muchos votantes del PP y del PSE, pero también votos moderados del PNV descontentos con el sector soberanista de Egibar; esos que nunca votarían a un partido españolista, pero que tampoco quieren verse abocados al vértigo de una incierta independencia bajo el gobierno radical de los batassunos. Esa pinza ahogaría al PNV que se vería obligado a una cura traumática de su esquizofrenia, forzado a decidir entre unos y otros, pero en los dos casos convertido en un resto residual, en un remolquito de unionistas o independentistas. Pero esa UPV (no confundir con la Universidad) se convertiría también en un dique más sólido y fuerte que el pacto actual de populares y socialistas frente a los abertzales más radicales. No olvidemos que como nos decía Ortega y Gasset en su ensayo En torno a Galileo sobre el esquema de las crisis: “El tránsito consiste, pues, en dos rudas operaciones: una, desprenderse de aquella ubre que amamantaba nuestra vida (…) y otra, disponer su mente para agarrarse a la nueva ubre, esto es, irse habituando a otra perspectiva vital, a ver otras cosas y atenerse a ellas”.