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Los retrasos no son para el verano

     Madrid-Barajas ha sido el aeropuerto europeo que más demoras registró en el pasado mes de mayo, debido a problemas con el control del tráfico aéreo y a las inclemencias meteorológicas. Contra estas últimas, contra las veleidades de la lluvia o del viento, es difícil luchar, pero los controladores no pueden seguir como “señores de las pistas” ni como técnicos pagados fabulosamente y que anteponen sus intereses gremiales a los derechos de los viajeros, que son quienes pagan y quienes les pagan. Por mucho que el ministro de Fomento diga que las reclamaciones de los controladores han sido neutralizadas, nos remitimos a los hechos que describe un informe oficial europeo, y a la denuncia de los retrasos mayores de Europa en el pasado mayo. Por otra parte, existe o existió una comisión de arbitraje, presidida por un experto en relaciones laborales, que es el ex ministro Manuel Pimentel, y de cuya eficacia sabemos muy poco.      A las 19:16 horas de hoy entra el verano, que es la estación por excelencia para el turismo. Y este año se espera un incremento de los visitantes que llegarán a España procedentes de todo el mundo, y muchos de ellos lo harán por la puerta principal que es el aeropuerto de Madrid-Barajas, desde el que se dirigirán a destinos insulares, litorales o de la España interior, incluida la capital del Reino. Esa llegada a suelo español no puede seguir al azar de los controladores aéreos, porque un retraso no es la mejor bienvenida, lo mismo que tampoco es una buena despedida. Y, sobre todo, un retraso injustificado es una exhibición de la “chapuza nacional”, cuando España ya no es la España del botijo, de la boina o de las supersticiones.      No hace falta insistir en que el sector turístico es muy competitivo, y que los destinos de los viajeros tienen muchos “novios”. Y dado que es posible prestar los mismos servicios y al mismo (o menor) precio en muchos lugares del planeta, es necesario cuidar los detalles para que España se mantenga como un “gigante turístico”, como un líder de esa bendita atracción que nos trajo divisas, nos quitó el hambre y nos abrió las entendederas. El desarrollo de la España de los años 60 del pasado siglo, tanto el económico como el moral, no se entendería sin aquellos “guiris” y aquellas “vikingas” que nos enseñaron a ser menos pobres y a ser más libres.      Por tanto, amigos, ojo a la calidad con que recibimos a quienes nos visitan en una España en que ya no hay españolitos boquiabiertos ante la presencia de extranjeros, sino una industria admirable. Los controladores están para que vuelen los aviones con seguridad y a su hora, pero no para que salte por los aires un negocio fundamental, que es el turismo. > Escuche las columnas de Luis el Olmo en vídeo:
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