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¿Vuelve la España imperial?

Parece que España le toma de nuevo gusto al imperio. Estados Unidos la sacó en 1898 de aquel club de naciones entre las cuales tuvimos la excelencia en siglos anteriores, y Estados Unidos la vuelve a introducir ahora como acompañantedel imperio más poderoso de todos los tiempos. En muy poco tiempo éste gobierno, aplaudido en ello por el partido que con toda probabilidad nos va a gobernar a partir de marzo de 2012, toma las decisiones económicas que más pesarán sobre la vida cotidiana y el bienestar de los españoles durante muchos años.  Con la decisión de la ministra de Defensa de pedir al Congreso la prórroga indefinida del mandato de las fuerzas armadas españolas en la coalición que interviene en Libia, España se  asocia a unas actitudes que creíamos olvidadas. La ministra de Exteriores completó esa decisión expulsando al embajador libio porque, según ambas ministras, el régimen libio y Gaddafi han perdido toda credibilidad al reprimir brutalmente a su pueblo. Ignoro si las decisiones puntuales en política exterior sientan algún tipo de jurisprudencia, pero si lo hacen, España tendría que expulsar de inmediato a los embajadores de al menos una docena de países  que también reprimen o han reprimido brutalmente a sus pueblos. Mientras la Comisión Europea insta a España a continuar con unas reformas económicas que erosionarán aún más el nivel de vida de los españoles,  la CEOE defiende públicamente a través de su presidente que los servicios sociales los pague quien los utiliza, y el Banco de España, algunos partidos e instituciones económicas sugieren que el sistema de pensiones es insostenible. En las últimas semanas, además,  España y Europa son objeto de crecientes presiones de parte de Estados Unidos y de la OTAN para que aumenten su compromiso militar y financiero con la organización y sus intervenciones militares planetarias. La semana pasada visitó España Tony Blair, un exprimer ministro asociado a la guerra-fraude de Irak de 2003. Casi al mismo tiempo el Secretario de Defensa saliente de Estados Unidos, Robert Gates, con un discursocarente de tacto diplomático, sacó en Bruselas los colores a los países europeos por su aparente poco apoyo militar y económico a la OTAN. Ayer fue el Secretario General de esa organización, AndersFogRasmussen, quien vino a Madrid, entre otras cuestiones para decir a los dirigentes civiles y militares y a los españoles que Gaddafi  tiene que irse, que la OTAN ha salvado un sinnúmero de vidas, y que la intervención en Libia tiene el apoyo político y militar de numerosos países de la región. Lo terrible de la situación presente de España es que de la misma manera que los ciudadanos votaron por la continuación en los poderes locales y autonómicos de numerosos políticos corruptos o imputados en casos de corrupción, que contemplan como se compensa con dinero público a los bancos e instituciones financieras por unas pérdidas de las que son los responsables últimos,  y que se van acostumbrando al discurso de que no es posible salir de la crisis sin acabar con importantes conquistas sociales que garantizaron la estabilidad desde la transición, ahora parecen indiferentes a unas guerras que según revelaciones documentadas han sido declaradas con argumentos falsos. El petróleo no basta para explicar porqué la OTAN ayuda a un extraño Consejo Nacional de Transición libio a ganar una auténtica rebelión contra los poderes establecidos y hasta marzo de este año internacionalmente reconocidos. Me resulta difícil creer la OTAN  ayuda  a una primavera árabe y no a la secesión de una provincia rica en petróleo, aunque los libios y Libia también necesiten esa primavera.  La única primavera árabe que la OTAN apoya militarmente es la libia, la menos primavera de todas. La OTAN no solo ayuda, sino que ha tomado la iniciativa hasta, según dice, que Gaddafi se vaya. El señor Rasmussen dijo en Madrid que la OTAN está dispuesta a ayudar a todas las primaveras a florecer, pero lo que Estados Unidos, el país de referencia de la OTAN, parecía pretender con las maniobras Eagle Resolve conjuntas con los países del Consejo de Cooperación del Golfo, organizadas en los primeros días de junio por el US Central Command con sede en Qatar,  es evitar que las primaveras florezcan en países del Golfo. Cuesta trabajo creer  que la OTAN haya salvado a ese sinnúmero de vidas de que hablaba Rasmussen porque según el embajador de Estados Unidos en Libia, Gene Cretz, entre 10.000 y 30.000 personas han perdido ya la vida en aquel país en tres meses de intervención militar aliada. También dijo Rasmussen que la operación tiene el apoyo político y militar de numerosos países de la región, pero si no me equivoco la Liga de los Estados Árabes, que dio su apoyo inicial al establecimiento de una zona de exclusión aérea al amparo de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, lo ha retirado después por entender que la OTAN ha sobrepasado el mandato que le concede la resolución. La Unión Africana, cuya mediación fue solicitada dos veces, ha mediado pero no para pedir que se vaya Gaddafi como quería la OTAN, sino para que rebeldes y leales al régimen decreten un alto el fuego y se sienten  a negociar. Alguna influencia ha debido tener la reiteración por la OTAN de que solo quiere que se vaya Gaddafi en el rechazo de las mediaciones por el Consejo de Transición libio. Argelia se ha opuesto a la guerra y el único país árabe que participa activamente en la coalición es Qatar, sede del US Central Command. El éxito de la operación en Libia está comprometido aunque parece lógico que prevalezca la enorme fuerza de la OTAN. Sin embargo,  lo que más debería importarnos ahora es saber en qué clase de país indiferente nos estamos convirtiendo. - Lea también: España expulsa al embajador de Libia y le da 10 días para irse ________________________________________________________________ * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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