red.diariocritico.com

MODAS INFAMESEuropa y la inmigración: sentimientos contradictorios

El mundo árabe y, en especial, nuestros vecinos norteafricanos viven hoy un periodo de íntima y profunda   agitación social   y política que, querámoslo o no, afecta directamente a Europa. Desde que a principios de año se originaran las revueltas en el Magreb (Libia, Egipto, Túnez,…) miles de norteafricanos   han ido llegando por mar a Lampedusa tras pagar entre 1000 y 2000 euros. Y la costa italiana es solo una de las puertas de acceso a la cercana Europa por la que cualquier subsahariano, libio, tunecino    o argelino, está dispuesto a jugarse la vida para conseguir   el humano sueño    de la libertad, el progreso económico o  la  paz que supone alcanzar el viejo continente. Y, automáticamente,  todos, a veces sin reparar mucho en ello, se convierten en emigrantes irregulares. En ese momento, los problemas solo se transforman para unos -los que huyen-  y comienzan para otros -los que acogen-.  El fenómeno inmigratorio se da hoy  en Europa -es cierto- de manera no voluntaria. Pero, aunque de forma   más   paulatina, libre   e interesada en el de   Francia, Alemania, Inglaterra y otros países del centro y norte de Europa en la década de los 50 y 60 del siglo pasado -o en la de los 90 y principios de este siglo en España e Italia-, el fenómeno ha trasformado notablemente la composición y el paisaje ciudadano de nuestros pueblos y ciudades.   Y, por una u otra razón, el hecho es que todos los países   europeos se han convertido    en sociedades multiculturales y multiétnicas, en mayor o menor grado. Muchos años antes, en otras sociedades receptoras de inmigrantes, como    la norteamericana o la australiana, donde la inmigración ha sido un mecanismo esencial en la construcción de la nación, ese fenómeno de   adaptación social mutua entre receptores y emigrantes, no se ha producido   sin tensiones sociales. Multiculturalismo                                                              Europa ha asistido  también  en la segunda mitad del siglo XX a diferentes transformaciones de carácter social, tanto en el mercado laboral, como en el del   suministro de servicios públicos básicos, las infraestructuras sociales relacionadas con la salud o la educación. Y, lo que es más importante, en la aceptación cotidiana por parte de los ciudadanos europeos a  acostumbrarnos a convivir con la diferencia,   con aquel o aquellos que tenemos al lado. Esta  llegada masiva y no controlada de  nuevos inmigrantes ha hecho  que vuelvan a saltar las alarmas políticas y, en cierto modo, también sociales en el seno de la vieja Europa que vuelve a debatirse entre las obligaciones políticas y morales derivadas de su naturaleza democrática y, por tanto, nada ajena a los   derechos humanos, al tiempo que a un resurgimiento   de sentimientos nacionalistas y, en cierto modo,  en contra de la inmigración.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)
enviar a reddit

+
0 comentarios