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Alfredo y Rubalcaba

Alfredo y Rubalcaba

Es de nota. Vicepresidente, ministro de Interior, portavoz del Gobierno, amigo íntimo del presidente, hombre fuerte -cada día más- del Ejecutivo y del PSOE y ahora Alfredo y Rubalcaba. No seré yo quien ponga en duda la inteligencia y capacidad del ya candidato socialista a La Moncloa. Sólo con inteligencia y capacidad se puede sobrevivir a los avatares que lleva acumulados a sus espaldas pero querer ser "Alfredo" y "Rubalcaba" como si fueran realidades distintas, como si fuera posible separar una entidad de otra fuera posible.    Lo dijo él mismo. "Quiero que me vean como Alfredo, no como Rubalcaba", vino a decir el candidato. La misión se me antoja imposible. Alfredos hay muchos en la vida y supongo que más de una docena en el PSOE, pero Rubalcaba sólo uno. Y es por ser Rubalcaba por lo que sus más próximos le llaman "Alfredo". No dudo que al final logre ser sólo Alfredo, pero aquellos que aún tienen que recorrer ese camino lo harán a la sombra de Rubalcaba. La fuerza de Alfredo es ser Rubalcaba.    La tarea que se ha impuesto con este último objetivo, es ingente. Proponer cambio sin desdecir un ápice lo que se viene haciendo, ilusionar a jóvenes que eran bebes cuando el era Rubalcaba en estado puro no deja de ser una carrera de obstáculos. Con la designación de Rubalcaba se ha roto lo que ha venido siendo tradición en el PSOE y es que al padre siempre le ha sucedido un hijo. Ahora ocurre justo lo contrario. El sucesor del hijo es el padre y es normal. Cuando cunde la inseguridad, se viven momentos de pánico, lo normal en la vida es mirar al padre que es el que da seguridad y el que, en momentos de apuro, por pura experiencia, suelen tener mejores ideas que los hijos.    Primero en Andalucía y este fin de semana en Cantabria, Rubalcaba visita a los militantes para que le vean como "Alfredo". Es natural que quiera acercarse a quienes día a día trabajan por mantener en pie el PSOE, pero sólo con los militantes no hay partido que gane las elecciones. Por eso, el candidato socialista que como es sabido no tiene un pelo de tonto, sabe que para ganar e incluso para aminorar posibles daños, su batalla más próxima va a ser intentar seducir -eso también es la política- a los no militantes que son la mayoría de aquellos a los que va a pedir el voto, logren verlo como él quiere que se le vea: hombre preparado, que lo es, y sobre todo, hombre capaz de enderezar todo aquello que ha llevado al PSOE al desastre del 22-M.    Su capacidad dialéctica está a prueba de bomba y su capacidad de trabajo también. Incluso puede darse el caso de que lo blanco lo convierta en negro, pero eso de que se le vea como "Alfredo" y no como "Rubalcaba" tengo para mí que eso sí que es misión imposible. Si se empeña demasiado se equivocaría.
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